Jovana: una panameña que va detrás del Quetzalcóatl que cuida la ciudad

Jovana duerme sobre los lienzos que pinta. La espalda le pide algo más cómodo, pero su corazón sueña mejor si lo cobijan las telas. En su departamento de la calle Solís, en Balvanera, hay aerosoles y pintura por todas partes. En el ambiente de las habitaciones se cruzan la magia, la bohemia y el colorido tropical. No podría ser de otra manera, pienso, si se tiene en cuenta que de allí surgen las imágenes de Quetzalcóatl que de un tiempo a esta parte pueblan los muros de Palermo, Colegiales, Boedo y Villa Lugano, entre otros barrios porteños que esta bella joven panameña se empeña en convertir en una inesperada sucursal de la América prehispánica.El origen familiar de Jovana hay que buscarlo en Ecuador y Nicaragua, sociedades en las que la naturaleza y la cultura ancestral siempre tienen mucho que decir. Justo lo contrario de Buenos Aires, donde la naturaleza es eso que viene en las bolsitas de las tiendas de productos orgánicos y la voz del pasado se limita al eterno homenaje a los 80 de FM Aspen.Quizá por eso mismo y por la nostalgia del Caribe que había dejado ocho años atrás, esta morena sintió que las raíces y la "selva original" debían irrumpir en el alma de su nueva ciudad. Así que, convencida de que "el caradurismo es la fórmula del éxito", escribió un proyecto que consistía en pintar los muros porteños con reinterpretaciones artísticas de la flora y fauna argentina, y se propuso hacérselo llegar a quienes le permitieran realizarlo.Hasta entonces, nunca había hecho nada parecido, pero una extraña fuerza...

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