John Irving, el outsider

Las novelas de John Irving (Exeter, New Hampshire, 1942) son como grandes frisos sociales naturalistas, de claroscuros coloridos y nítidos. Sus grotescos personajes se cruzan una y otra vez en tramas y subtramas tragicómicas, vertiginosas pero extrañamente verosímiles (al menos para un estadounidense), a pesar de la suspensión de la incredulidad que exigen de su público lector. Este arte de la fabulación en estado puro requiere de una prodigiosa capacidad imaginativa, siempre dispuesta a asombrar con su mundo narrativo, sus obsesiones, la exacerbación de las emociones y el juego de espejos propios de la dramaturgia, de la vida como espectáculo.

Las historias de un escritor como Irving, que tuvo a grandes amigos y maestros en Kurt Vonnegut y John Cheever, y que para escribir sus monumentales novelas ha debido combatir limitaciones como la dislexia, son tan ricas como psicológicamente fecundas. No cuesta mucho vislumbrar la influencia de sus referentes literarios: los escritores decimonónicos, en particular su admirado y continuamente citado Dickens, pero también el propio Freud, al que considera sobre todo un gran novelista.

Irving considera que la observación social es parte fundamental del trabajo del escritor, que tiene la obligación de observar y narrar la verdad, lo cual implica, según su modo de ver, nada menos que una toma de posición política. Le gusta pensar qué habría pasado si escritores como Philip Roth, William Styron o Arthur Miller hubieran escrito los grandes discursos presidenciales. En el mundo de Irving, Vonnegut tendría que haber sido presidente.

Autor de numerosas narraciones, Irving se dio a conocer en 1968 con la novela Libertad para los osos , a la que siguieron La epopeya del bebedor de agua (1972), Doble pareja (1974) y El mundo según Garp (1978), la obra que lo consagró. La novela fue llevada al cine con un reparto que incluía a Robin Williams y Glenn Close e inició una historia de amor de Hollywood con la obra de Irving, tan rica en tramas y fabulaciones, en personajes estrafalarios y outsiders heroicos, en la más pura tradición estadounidense. Tras su quinta novela, El hotel New Hampshire (1981) -en cuya versión cinematográfica participaron Jodie Foster y Rob Lowe- vino Príncipes de Maine, reyes de Nueva Inglaterra (1985). Su adaptación a la pantalla grande (en la Argentina la película se conoció como Las reglas de la vida ), dirigida por Lasse Hallström y con un reparto que incluía a Michael Caine, Tobey Maguire y Charlize Theron, hizo merecedor a Irving de un premio Oscar al mejor guión. La novela que demuestra de modo patente su lado más político es Oración por Owen (1989), un alegato contra la guerra de Vietnam. La versión fílmica, llevada a la pantalla con el título de El gran Simón , no la firmó Irving porque consideraba que las concesiones realizadas darían como resultado una película muy distinta a lo que había imaginado en su ficción.

Su siguiente novela, la octava, fue Un hijo del circo (1994). La obra de Irving volvió al cine con Una mujer difícil (1998), que se estrenó con gran éxito en 2004, con el título The Door in the Floor y un reparto de excelencia: Jeff Bridges y Kim Basinger. La última tanda de novelas incluye La cuarta mano (2001), Hasta que te encuentre , (2005), La última noche en Twisted River (2010) y Personas como yo (2012).

Irving recibe en el año 2000 el premio Oscar al mejor guión por Las reglas de la vida

Esta última, que acaba de aparecer en español, tiene como tema central la intolerancia y la mojigatería de parte de la sociedad estadounidense de su generación. La novela explora la sexualidad en todas sus posibles variantes, y la identidad del individuo en su lucha por expresar su interioridad frente a la presión de las estructuras familiares, educativas y sociales. Narra la procesión vital de Billy Abbott, un hombre cuya experiencia se contextualiza con el despertar del deseo -erótico, pero también literario- de la mano de una mujer transexual, la misteriosa Miss Frost. El círculo se cierra cuando Billy adopta el papel de guía para una joven, Gee, que necesita ayuda en su proceso de autodescubrimiento.

Personas como yo , una de las novelas más audaces de Irving, aboga en favor de los derechos de las minorías sexuales y se detiene en los estragos de la plaga del sida. Intencionadamente incómoda, apasionada y claramente política, El mundo según Garp aborda la violencia sexual y el feminismo; la ya nombrada Oración por Owen , la guerra de Vietnam; y Príncipes de Maine, reyes de Nueva Inglaterra polemiza acerca del derecho al aborto.

Pero en Personas como yo , el escritor vuelve también al terreno de sus obsesiones habituales: el narrador como escritor en ciernes, el padre biológico ausente, el amor por la escenificación, los grandes dramaturgos. Pueden encontrarse las habituales referencias a Dickens, Flaubert, Melville, Hardy, Hawthorne, a las que esta vez se suma la infinitamente triste novela de James Baldwin, El cuarto de Giovanni . La ficción funciona como representación, como ensoñación de un mundo a la vez posible e imposible, con toques casi hiperreales.

"Trato de hacer novelas que incomoden a la gente en relación con lo que nuestra sociedad da por hecho. Los escritores tienen que describir lo terrible -dijo alguna vez el escritor en The Paris Review -. Y una manera de describirlo, por supuesto, es hacerlo de manera cómica. George Bernard Shaw, que reconocía haber tomado de Dickens la mayoría de sus métodos satíricos, decía que había que encontrar una cosa verdadera y exagerarla con levedad, hasta que se volviera obvia."

-Sus novelas le rondan en la cabeza y se maceran durante mucho tiempo.

-Por lo general, me llevan entre cinco y quince años, pero ésta me llevó unos ocho o nueve años de desarrollo antes de ponerme a escribirla. Finalmente, empecé en junio de 2009.

-¿Ya estaba pensada y mentalmente "escrita", entonces, antes de llevarla al papel?

-Cuando digo que tengo la novela en la cabeza quiero decir que la trama entera ya está presente, no sólo un fragmento. Concibo toda la idea de la historia, íntegra, de cabo a rabo, y pienso una suerte de hoja de ruta a partir de la última frase. Empiezo desde el final y trabajo en retrospectiva, hacia atrás, hasta donde creo que debería comenzar la historia. En el caso de Personas como yo , toda la arquitectura de la novela ya estaba perfectamente establecida en la fase anterior a su escritura. El narrador, Billy Abbott, es un chico cuyo primer amor es un transexual. Pero el lector sabrá mucho antes que él, el narrador, que su amada Miss Frost es una mujer transexual. Y hacia el final de su vida, Billy se encuentra con otra, pero muy distinta: en el primer caso se trata de una persona mayor; la del final es una persona joven que quiere convertirse en chica.

-Una expresión sexual fuera de lo común.

-Billy se identifica con ellos porque también pertenece a una minoría sexual dentro de otra, la de los bisexuales, que, por lo menos en mi generación, producían desconfianza tanto en la comunidad...

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