La jihad africana, el nuevo terror que desvela a Occidente

PARÍS.- La intervención francesa en Mali y la toma de rehenes en una planta de gas argelina dejaron en evidencia la amenaza que representan los grupos islamistas radicales en el centro de África: esa nebulosa de movimientos, unidos únicamente por su fanatismo religioso y su lealtad a la red terrorista Al-Qaeda, pone seriamente en peligro los intereses vitales de Occidente.La semana pasada, fue la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, quien se encargó de dejar en claro qué está en juego en la lucha contra la red Al-Qaeda y sus "franquiciados" en África."La amenaza es seria y duradera. Cuando se observa la geografía de Mali, no es sólo desierto: hay grutas. Y eso nos recuerda otra cosa...", dijo, en alusión a la interminable persecución de Osama ben Laden en las montañas de Afganistán y Paquistán.La intervención en Mali es una "lucha necesaria", agregó, apelando a una fórmula semejante a la utilizada por el presidente Barack Obama cuando calificó a Afganistán de "guerra necesaria", contrariamente a Irak, que era una "guerra elegida".Occidente comprendió hace tiempo los peligros que representa la islamización radical en África. Pero Francia es el único país que, hasta el momento, entró en acción y envió sus tropas. Después de diez años de polvo y sangre en los despeñaderos de las montañas afganas, la war fatigue se apoderó de los espíritus y ya nadie tiene ganas de enterrarse en las interminables arenas del Sahel.Es una curiosa actitud si se tiene en cuenta que África provee de gas, petróleo, uranio, potasio, hierro, cobre, metales -sin hablar de las piedras preciosas- y otras materias primas vitales para la economía europea.A primera vista, las reservas occidentales son fáciles de comprender. Mali es uno de los países pobres de África. Un vasto desierto escasamente poblado por 15 millones de personas, de las cuales el 36,1% vive bajo el umbral de pobreza. Su importancia regional es limitada y su peso en la economía mundial, marginal. Mali no tiene petróleo, vive del cultivo, del cual depende más del 80% de la población. Su único recurso mineral es el oro, fuente de explotación laboral para miles de niños, según la Oficina Internacional del Trabajo (OIT).Pero Mali es grande como Perú (o poco menos de la mitad de la Argentina) y tiene siete vecinos cuyas interminables y mal protegidas fronteras proveen a los terroristas islámicos llegados de todo el mundo de combustible, armas y vías de escape.Ninguno de esos países cuenta con las estructuras...

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