Jean Paul Gaultier, nuevo profesor honorario de la UBA

Tenía nueve años y, mientras la maestra hablaba, él no podía dejar de pensar en las imágenes de mujeres que había visto en el Folies Bergère, el famoso cabaret parisino. En esos vestidos. Aprovechó la monotonía de la clase para dejar volar su imaginación y dibujó una mujer con medias de red. La profesora lo descubrió. Lo llamó al frente. Le pegó en los dedos y lo hizo pasear por los pasillos del colegio con el dibujo colgado en la espalda para que todo el mundo lo viera y él sintiera vergüenza por lo que había hecho.

Ese recuerdo de la infancia probablemente haya vuelto ayer a la mente del diseñador francés Jean Paul Gaultier, hoy de 64 años, mientras recorría los pasillos de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires, rodeado de aplausos, para llegar hasta al aula magna, en el tercer piso, para recibir el título de "profesor honorario de la UBA" y dar una clase magistral ante más de 2000 alumnos. Unos 700 entraron en el aula mayor de la facultad. Otros tantos se ubicaron en el patio central para seguir la charla desde las pantallas gigantes y los que no encontraron espacio se asomaron por los balcones de la facultad para no perderse la clase del hombre que, en sus 40 años de trayectoria, le puso corpiños de cono a Madonna e impuso la moda de las polleras y el look desmasculinizado en los hombres.

"La única manera de tener éxito es hacer lo que les gusta. Ése es el éxito, no la fama ni el dinero, sino haber alcanzado su sueño", aseguró el francés, que desistió de hablar en su idioma y prefirió usar un ítalo-castellano para lograr una conexión más directa y cercana con aquella multitud hambrienta de anécdotas y sugerencias.

Aquella mañana de su infancia, mientras caminaba por los pasillos de su colegio, Gaultier descubrió la clave de su éxito. En lugar de convertirse en el foco de burlas de sus compañeros, tal como pretendía su maestra, se volvió una fuente de inspiración. No lograron avergonzarlo. En cambio, desde ese día, los otros chicos comenzaron a pedirle que les hiciera un dibujo igual. Su historia cambió. Su popularidad creció. Hasta ese momento, se sentía rechazado en el colegio. Había crecido con su mamá y su abuela, no tenía hermanos, no jugaba al fútbol. Durante aquel paseo, finalmente descubrió...

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