Javier Cantero: 'Hay cosas que en el fútbol justifican todo'

La tinta brotó de las venas de Javier Cantero. Y, no bien se dio cuenta, había llenado muchas páginas. Muchas. Demasiadas. Aunque tal vez no tantas como él hubiera querido. Tenía bastante para decir. La mejor manera de desintoxicarse de lo que había pasado en dos años y medio como presidente de Independiente fue un libro. Una novela con nombres ficticios en la que cualquier semejanza con la realidad es pura.. ¿Coincidencia? Quién sabe ya a estas alturas.

Todo salió del pluma del hombre, del esposo y del padre. El relato lo continuó el novato presidente de uno de los clubes más grandes de la Argentina, que no midió las consecuencias al enfrentarse con la barra brava. Fue el mismo bajo cuyo mandato el gigante cayó por primera vez a las baldosas flojas de la B Nacional. Se salpicó en cada paso. Sufrió el rocío del bochorno y la helada de la humillación. Independiente volvió a primera en julio de 2014, pero Cantero ya no era el presidente. Había renunciado algunos días antes, seis meses antes de que terminara su mandato, cuando ya no pudo más, cuando la barra brava había cercado el country en el que vive, cuando sintió que nada era suficiente, cuando la realidad se confundió con la ficción.

Javier Cantero ya no usa anteojos porque se operó la vista ni bien se fue del club. Ganó algunos de los kilos de los tantos que había perdido y, según dice, recuperó la rutina. "Volví a mi vida habitual. Trabajo todos los días. Estoy mucho más con la familia. Mis hijos son grandes y con Claudia, mi mujer, tenemos mucho más tiempo para estar juntos. Lo disfrutamos. Es una recomendación para los jóvenes: cuando queda el nido vacío arranca una etapa que algunos miran con críticas, pero que yo estoy disfrutando mucho. Y, por supuesto, con nuestros nietos, una gran alegría, distinta a la de los hijos. Estamos para malcriarlos. Tenemos pendiente irnos de vacaciones. No nos vamos desde 2010. Como las cosas en el trabajo están bien quiero aprovechar el envión. Lo necesitaba porque económicamente había quedado muy flaco".

-¿Hubo parte de su vida que se fue con el presidente de un club?

-Uno no es el mismo. Como dice el dicho, nadie entra dos veces en el mismo río. Pasaron cosas y ya no soy el mismo.

-¿Su familia recuperó la rutina?

-Mi mujer fue la que más sufrió. Me iba muy temprano y volvía muy tarde. Los fines de semana viajaba o estaba en la concentración. Por eso estoy mucho con ella. Me gustaría hacer un viaje. Me siento en deuda con Claudia. Otra de las barbaridades que se dijeron fue que me había separado. Nunca se nos cruzó por la cabeza. Cuando los barrabravas vinieron a mi casa estaba mi hija menor. Le pedí que se fuera a la casa de un vecino y mi mujer me miró como diciendo "me quedo acá con vos". Me fulminó con la mirada. Ella siempre estuvo conmigo. Lo único que me pidió fue que fueran tres años. Nada más. Nunca pensé en la reelección, por más que me hubiera ido bien.

La novela de Cantero relata la ilusión de Víctor Abascal, un hombre que llega a la presidencia del club de sus amores con sanas intenciones. De un terreno árido, con cactus que dejaron marcas por todos lados, y de las miradas furiosas de colegas que trataron de sumergirlo en un sistema hecho para vivos. De un hombre que, de un día para el otro, fue...

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