J. K. Rowling, en clave policial

Otra vez el escritor de novelas policiales Robert Galbraith sale a la palestra, pero ahora lo hace desembozadamente: en los "Agradecimientos" de El gusano de seda (Salamandra), su álter ego, J. K. Rowling, dice que "escribir con el seudónimo de Robert Galbraith ha supuesto un enorme placer" para ella. Y después de leer las más de 500 páginas que la creadora de la serie Harry Potter le ha dedicado a esta historia (continuadora en parte de la primera signée Galbraith, El canto del cuco, ya que la pareja de investigadores es la misma: el detective privado y veterano de guerra Cormoran Strike, y su joven y encantadora ayudante Robin Ellacott) podemos coincidir, en principio, en que debe de haberse divertido en grande con una historia en la que el mundillo literario inglés sale bastante mal parado.

Es que, se ve, a Rowling le gustan las descripciones de mundos cerrados, aunque para el crítico de The Guardian en ésta, su tercera novela para adultos, haya "demasiada descripción". En El llamado del cuco, el telón de fondo para la historia del asesinato de una joven modelo eran las calles más selectas de Londres, de Mayfair a los pubs del East End y el Soho. Ahora, se centra en las rivalidades y envidias virulentas que existen por una parte entre los escritores de éxito y por otra, entre las respectivas casas editoriales, más el aditamento de la muerte de uno de los autores, Owen Quine, que no es para nada un modelo de ciudadano y de padre de familia, pero sí lo suficientemente interesante como personaje para desatar el resto de la trama.

Porque Quine pesa por ausencia, ya que es primero un desaparecido y, luego, el muerto necesario. Muerto de una manera tan horrible que ninguno de sus conocidos podría en principio ser el autor del crimen. Es que Rowling parece poner en práctica la máxima del inspector Méndez, el protagonista de las novelas policiales del gran Francisco González Ledesma: lo importante en un crimen nunca es quién es el asesino sino quién es la víctima.

En una ciudad que se ve asediada por la nieve y las tormentas de nieve, mientras los londinenses se preparan para festejar la Navidad, el detective Strike trata de salir adelante con sus problemas económicos y personales, después de haber roto una relación sentimental de dieciséis años nada menos. Algo semejante le pasa a su asistente Robin, que tiene una crisis de identidad vocacional y también de pareja, porque su novio ve con muy malos ojos que trabaje para un detective privado... y...

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