Irán y las libertades individuales

El amplio triunfo electoral del presidente de Irán, Hasan Rouhani, que el año pasado hizo su campaña proyectando una imagen de moderación y reformismo, alentó algunas ilusiones en el sentido de que el escaso margen de libertad del que gozan los iraníes podría ampliarse y sus derechos humanos, frecuentemente violados, comenzar a respetarse.

Lamentablemente, no ha sido así. Las libertades de los iraníes siguen estando restringidas. Muy particularmente, la libertad de expresión, de la que normalmente depende la vigencia y defensa de todas las demás.

El lamentable caso del corresponsal del diario norteamericano Washington Post Jason Rezaian así lo testimonia. En julio pasado, Rezaian fue arrestado sorpresivamente junto con su esposa, Yeganeh Salehi, y enviados ambos a la terrible prisión de Evin, aquella que está reservada para los mayores enemigos del régimen teocrático.

Allí ha estado desde entonces, en confinamiento solitario, en una celda sin cama. La razón de su detención no se conoce específicamente, desde que sólo se lo acusa, genéricamente, de violar la seguridad del Estado iraní, sin otras explicaciones.

Ese corresponsal no es, sin embargo, el único periodista que ha sido tratado por las autoridades iraníes con una cuota de violencia inusitada. Cabe recordar el caso de la periodista y fotógrafa canadiense Zahra Kazemi, que fue golpeada hasta morir en la citada prisión, y el del periodista Maziar Bahari, también ciudadano canadiense...

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