Invitación vívida a una estética del comportamiento
Autor | Pablo Reca |
Páginas | 61-74 |
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Cuando la querida Inés D' Argenio -presidenta de estas jornadas de Derecho Administrativo- me invitó a exponer en el marco de este especial tributo al Dr. Bartolomé Fiorini, tuve la satisfacción de participar en una actividad de tan significativo propósito, pero a la vez, la íntima pesadumbre de no haber conocido al homenajeado.
Mucho sabía de él, por la referencia constante que los profesores Grau, Marafuschi, D'Argenio y, por legado afectivo, mi esposa Claudia me habían trasladado en forma permanente y tácita. Ese sentido perdurable de la enseñanza que destilan personalidades decisivas al servicio de una extraordinaria vocación.
Supe desde un principio que no debía tratar sobre su vasta y sólida obra, pues un panel de especialistas y amigos constituían una voz mucho más calificada que la mía.
En todo caso, podía hacer una semblanza desde los muchos puntos que dejó como señales indelebles en su camino público, docente, universitario. Pero para ello debía reconstruir ese clima insustituible e intenso que durante años he recogido del recuerdo imborrable de Edgardo Casagrande.
Fue él quien un día me trajo dos cuerpos soberbios, cuidadosamente envueltos, al tercer piso del Edificio de la Reforma. Era el voluminoso expediente académico que conserva nuestra Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales.
Frente a estas constancias que en su portada rezan, con una curiosa austeridad terminológica: "Fiorini Bartolomé A.", no pude menos que preguntarme: ¿qué es un currículum?
¿Cuánto de la biografía de una persona puede analizarse en las hojas sepias que recogen su ruta testimonial? Page 62
¿Cómo se pueden intuir los tránsitos y sus cavilaciones, en ese esqueleto de palabras que recoge una vida?
Con el expediente en mis manos, me quedé largas horas y algunos días, ahondando en los rasgos de esa personalidad, en los detalles imperceptibles de su pluma, de su trazo legible, de sus posiciones. En esa región espiritual, en la que damos a conocer, no exactamente lo que pensamos, sino más honda y ampliamente lo que somos.
Ese espacio de intimidad donde aflora lo ineludible...
Mimetizado en ese clima, tuve la sensación de haberlo tratado, de haber formado parte de las largas sobremesas, de escucharlo hablar de ópera o contar anécdotas -porque la seriedad no es solemnidad- o compartir sus análisis en torno al servicio público, el dominio público, o la necesidad garantista del nuevo Código de Procedimiento Administrativo que proyectaba.
Como la memoria emocional es caprichosa y conjetural, creo que en algunos años podré comentarle a algún distraído interlocutor que lo pasé a buscar por Rodríguez Peña 651, y aunque el tiempo muestre la parábola de su inexactitud, diré que conozco el espíritu de su carta del 20 de noviembre de 1943, a la que más adelante me referiré.
En definitiva, ese expediente me permitió auscultar el latido de una vida; como dice Santiago Kovadloff:
"... el repertorio de ideas, expectativas, sensaciones, pensamientos y conflictos que la configuran y que sin llegar a ser una síntesis acabada, se enhebran en la palabra dando forma a una huella discernible y reveladora del qué somos".
Hace más de una década abordé en el XXII Congreso Iberoamericano de Municipios el tema de la "transparencia en la gestión municipal", acorde con la propuesta del simposio que trataba sobre estos tópicos.
De esas palabras sólo quiero enfatizar el concepto de transparencia Page 63 que hoy nos convoca, que readquiere toda su vigencia en el homenaje al Dr. Bartolomé Fiorini.
Decíamos que el ser del Estado se ha visto marcado por dos tendencias de singular influencia: la construcción kelseniana sobre el aspecto lógico normativo del mismo; y la visión de Heller integrando a la noción de Estado la de comunidad, y ponderando en consecuencia sus criterios axiológicos, sociológicos, políticos, psicosociales, etc.
El poder de gobierno no es ni puede ser meramente jurídico ya que su imposición descansa también sobre la idea de autoridad moral, prestigio, eficiencia, que en conjunto integran el concepto de autoridad-legitimidad.
Estos últimos son los valores para que la transparencia se presente como un sustantivo de la gestión; un calificativo del mandato, un imperativo insoslayable de la eficiencia.
En este orden de ideas, la función administrativa concebida como la actividad jurídica continua, obligatoria, ininterrumpida y controlada de la Administración Pública, exige de todos sus órganos la integridad de su comportamiento, para que las distintas partes y etapas del proceso se armonicen en esa completitud teleológica.
La vida del Dr. Bartolomé Fiorini simboliza esa integridad, sólida e indivisible en sus distintas facetas como docente, jurista, académico, hombre público y profesional.
Nada mejor que sus palabras1:
"...En esta edición además se considera la alta jerarquía que adquieren los valores morales que inciden, sin ninguna excepción, en toda actividad del poder administrador, de la misma forma como el valor buena fe rige la conducta y actos de los privados".
"La moralidad administrativa se integra con los valores de: Imparcialidad. Page 64
Tratamiento igualitario.
Negación de los intereses de grupo o factores de poder.
Vocación de servicio.
Justiciera distribución de bienes comunes".
Por eso este homenaje, coincidente con el centenario de nuestra Facultad, no es una reminiscencia a una biografía, sino una invitación vívida a una estética del comportamiento.
Bartolomé Fiorini nace el 13 de marzo de 1905. Se gradúa como abogado en el año 1927 y se doctora en Jurisprudencia en la Universidad de Buenos Aires el 13 de diciembre de 1940. Se presenta aspirando al cargo de Profesor Adscripto de Derecho Administrativo (II parte) el 16 de abril de 1941. Para tal finalidad brindó cinco clases sobre "Teoría General del Contencioso- Administrativo".
El jurado integrado por Benjamín Villegas Basabilbaso y Horacio Luis Ferrando señala en su nota de evaluación: "las cualidades indiscutibles para la adscripción y el conocimiento a fondo de la materia". Muy poco tiempo después escribe su monografía El Estado de Derecho y los Fundamentos del Contencioso-Administrativo2.
En el año 1943 se le concede licencia al Dr. Ferrando -titular de la materia- y el Decano nombra, interinamente -el 1º de septiembre- a Bartolomé Fiorini al frente de la cátedra, notificando de ese acto al entonces Presidente Alfredo Palacios.
El 20 de noviembre de ese mismo año, Fiorini deja testimonio de su integridad al rehusarse a formar una mesa de examen3. Toma esa decisión en repudio a un decreto de la Nación que exonera a varios profesores universitarios que firmaron una solicitada por la inmediata reconstitución democrática. Su nota Page 65 -que transcribimos parcialmente- exime de cualquier comentario:
"Mi conciencia es la que ha impreso el ritmo de mi vida moral; la misma que me ha hecho renunciar situaciones adquiridas en la acción política; la que me ha hecho repudiar propuestas inmorales cuando he ocupado funciones públicas; la que me impide defender causas inmorales; esta misma conciencia, señor...
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