¿Quién inventó los precios? ¿Por qué tienen que existir?

En un programa de televisión, a un niño que formaba parte de una familia pobre le pidieron que expresara tres deseos. Uno de los cuales fue: "Que no haya que pagar por nada". Impecable formulación intuitiva que un economista hubiera planteado así: "Que todos los precios sean cero". Sabemos quién inventó la lamparita eléctrica, la vacuna contra la polio y el principio de la partida doble, pero; ¿quién inventó los precios? Más importante todavía, si son tan malvados, ¿por qué tienen que existir?

Al respecto conversé con el norteamericano Gilbert Warren Nutter (1923-1979), quien junto con James Mc Gill Buchanan fundó la "escuela de economía de Virginia", donde atrajeron a colegas de la talla de Ronald Harry Coase, Alexandre Kafka, George Joseph Stigler, Gordon Tullock y Leland Bennett Yeager. Durante la primera presidencia de Richard Milhous Nixon, fue subsecretario de defensa. Sus estudios sobre la economía soviética mostraron que las estadísticas oficiales sobreestimaban el crecimiento, y que éste estaba disminuyendo.

-Paul Craig Roberts, uno de sus alumnos, prologando un libro que contiene ensayos suyos, recordó la perspectiva con la cual usted encaraba la enseñanza de la teoría de los precios.

-Fue en 1961, cuando estaba de moda Teoría microeconómica: un enfoque matemático, que James Mitchell Henderson y Richard Emeric Quandt habían publicado en 1958. Yo no enseñaba teoría de los precios como pirotecnia formal, sino como el análisis que explica cómo los mercados incorporan aspectos de la realidad. En particular, la perspectiva del proceso. Los profesores borran los diagramas que plantean en el pizarrón, y empiezan otra vez de cero; pero en la realidad no hay borrador.

-También según Roberts, usted siempre dudó de la posibilidad de que la técnica y la terminología del análisis económico, pudieran trasplantarse al resto del análisis de la acción humana; porque se utilizan supuestos de comportamiento humano demasiado estrechos.

-Así es. Para el análisis económico convencional el ser humano es un animal que adopta decisiones, para quien todos los bienes son mensurables y sustituibles entre sí. Por consiguiente, el ser humano es más feliz en el mercado. Pues bien, el mundo es más que un mercado, y muchos valores no son objeto de transacciones mercantiles. Ninguna teoría del comportamiento social es completa a menos que incluya la pasión de la masa, el fervor del mártir, la lealtad de la guardia del palacio, y la insaciabilidad del egomaníaco...

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