El inventario visto como un viaje

¿Qué son las cosas? ¿Califican las herramientas, los libros o los utensilios como cosas? ¿Existen las cosas a secas?

Salvo casos excepcionales, los animales (ni hablemos de las plantas) no poseen cosas. Sí, cierto, todos conocemos algún perro celoso de su pelotita, su pato de goma o la proverbial ramita. Hubo en mi familia dos casos. Uno, trascendió. La perrita de mi abuela Enriqueta, a la que le habían puesto Carola, nos tenía a maltraer por una muñeca despeinada de la que se había apropiado. Se enfurecía no solo si intentábamos tocar su propiedad, sino que, años después de que uno de mis tíos escondiera este juguete en un armario, tampoco era posible acercarse con buena fortuna al dichoso mueble, si esta perrita malhumorada y discrecional andaba en las cercanías; estuviera o no la muñeca en el armario. Cuando, en 1967, mi padre trajo una de las primeras computadoras que funcionaron en la Argentina, hubo que ponerle un nombre. Por entonces eran tan raras esas máquina que todas tenían nombre. Le pusieron Carola, y aunque alguno habrá pensado con tierna ingenuidad que era un guiño al gran Sadosky y su histórica Clementina, la verdad es que la llamaron Carola por los dolores de cabeza que ocasionaba, por sus súbitos cambios de humor y porque sus primitivos circuitos tomaban decisiones de lo más discrecionales y a horas incivilizadas, igual que el cánido cascarrabias y su muñeca despeinada. "Se plantó Carola" era una frase temida a la hora de comer; siendo un niño, acompañé no pocas veces a mi padre a apagar alguno de aquellos tempranos incendios informáticos.

Orión, de cuya partida se cumplen estos días dos meses que parecen años , también se apropiaba de objetos, en particular pelotas, con lo que convencía a los no iniciados de que tenía intenciones lúdicas. Hasta que, gruñón y de convicciones sólidas, daba vuelta la cara en clara señal de "tratá de sacármela y vas a necesitar puntos". Lo que lo extraño no tiene nombre.

Pero en general somos los humanos los que, en nuestro extenso menú de rarezas, poseemos cosas. Soy consciente de que atravesamos problemas más serios, no crean que no leo el diario (lo leo todos los días, es uno de mis ritos más arraigados y...

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