El invencible abrazo reparador de la música

Oliver Sacks, el extraordinario neurólogo norteamericano, es una de mis grandes amistades literarias. La idea de las amistades literarias le pertenece a Alberto Manguel y refiere a aquellos autores con quienes el lector llega a establecer un vínculo de cierta intimidad. Pese a que tengo dos o tres libros de Sacks sobre mi mesa de luz (El hombre que confundió a su mujer con un sombrero, Un antropólogo en Marte), hacía ya un buen tiempo que no regresaba a sus historias atrapantes y llenas de enseñanzas. Pero apenas terminé de ver un documental sobre la vida de Muhammad Ali, cuyo cénit sucedió cuando el excampeón de los pesos pesados encendió el pebetero olímpico en Atlanta, en 1996, recordé que en Musicofilia. Relatos de la música y el cerebro, Sacks dedica un capítulo a comentar el modo en que la música contribuye a atenuar los efectos devastadores del mal de Parkinson. En aquella escena conmocionante para cualquier admirador de la vida deportiva, Ali sostiene la antorcha olímpica con una mano, mientras que el otro brazo se agita en pequeñas convulsiones. Es difícil no soltar alguna lágrima ante el final de una de las mayores leyendas del deporte de todos los tiempos.Sacks tomó contacto con la música en un contexto clínico en 1966, cuando empezó a trabajar en el Beth Abraham Hospital. Lo primero que llamó su atención fue la numerosa cantidad de pacientes en estado inerte que había en la institución, extrañamente inmóviles, como si estuviesen poseídos o en trance; solo algunos de ellos, por el contrario, estallaban de pronto en movimientos abruptos y acelerados. Todos habían padecido una de las formas clínicas de la encefalitis letárgica, una especie de parkinsonismo agudo acompañado a veces por catatonía, estupor y mutismo. Sacks se sorprendió más todavía cuando vio los resultados que la música provocaba en esos pacientes, modulando sus movimientos y confiriéndoles una fluidez inesperada. Cierta vez invitó al poeta inglés W. H. Auden a que asistiera a las sesiones de trabajo de Kitty Sales, la terapeuta musical de la institución. Conmovido por los cambios que percibió de inmediato, Auden recordó una frase del filósofo romántico alemán Novalis: "Toda enfermedad es un problema musical; toda cura es una solución musical".Como sucede en cada uno de sus libros, Sacks cuenta...

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