Inundaciones: el impacto económico, más allá del campo

El agro fue el primer sector en evidenciar un repunte de la actividad en la era macrista. Pero, así como en época de vacas gordas derrama sus bondades en el resto de la economía, también hace sentir su rigor cuando los vientos soplan en contra. Esto último es lo que ocurre en la actualidad, cuando las fuertes pérdidas que causan las inundaciones en los campos argentinos se empiezan a sufrir de la tranquera para afuera.

Los daños no son menores. Luego de las abundantes lluvias que castigaron a Buenos Aires y La Pampa durante el fin de semana pasado, hay 10 millones de hectáreas productivas inundadas y anegadas, lo que pone en riesgo el trigo ya sembrado y el comienzo de la campaña de granos gruesos que se inicia con el maíz.

En total, según pudo reconstruir LA NACION tras consultar diversas fuentes, se perderían por el agravamiento de los excesos hídricos 1,19 millones de hectáreas de cultivos, que se componen de la siguiente manera: 300.000 hectáreas menos de trigo (entre lo que ya no se pudo sembrar y lo implantado y perdido), 650.000 hectáreas de la nueva siembra de soja, 150.000 hectáreas de maíz y 50.000 hectáreas de girasol. Considerando los rindes promedio de los últimos cinco años para cada uno de esos cultivos y los valores actuales FOB, la pérdida económica por lo que se dejaría de producir equivale a US$ 1138,5 millones.

Según un informe elaborado por la Sociedad Rural Argentina (SRA), a esa cifra hay que sumarle $ 4517 millones en concepto de pérdida de 301.000 cabezas en el rodeo general y $ 4380 millones en calidad de menor destete de terneros. Asimismo, se perdieron $ 477 millones en lechería, por menor remisión de leche en los últimos 120 días.

"Adicionalmente, se deberían contabilizar las pérdidas por deterioro de la infraestructura y aumento de costos de logística, reparaciones y mayores gastos de combustibles, que se generan a causa de la intransitabilidad de los caminos y demás vías de comunicación", dice el trabajo de la SRA.

Los primeros que sufren este "derrame negativo" son los pueblos que rodean los campos anegados. Raúl Eduardo Rosiere, presidente de la Asociación Sociedad Rural de General Pico, La Pampa, cuenta que los daños son muy difíciles de cuantificar, pero que ya se pueden palpar. "En el circuito económico local se está sintiendo, porque uno habla con la gente y ve que tiene menos movimiento desde el gomero hasta la despensa. Se venden menos agroquímicos y menos maquinaria agrícola, y también otros bienes de...

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