Una intrincada red de distorsiones

Las abismales diferencias de valores entre el mercado local y otros en bienes que son transables internacionalmente es el resultado de la política con que el Gobierno intenta administrar los precios para favorecer o subsidiar a distintos sectores.Con aranceles altos, cupos, trabas paraarancelarias e incluso con órdenes verbales, las autoridades deciden proteger a sectores fabriles. El resultado es que quienes compran esos bienes en el mercado local deben pagarlos mucho más caros de lo que cuestan en Estados Unidos, Chile o Brasil. Y en muchos casos son además obligados a tener que resignarse a calidades inferiores.En el caso de los servicios públicos, el subsidio es a los consumidores, pero la trama es más compleja y asombrosa, y cuesta encontrarle la racionalidad. Los clientes domiciliarios pagan el gas más barato del mundo, pero, como la producción local no alcanza, el Gobierno importa el gas más caro del mundo y cubre la diferencia, aunque ya no a todos los clientes.A las cuentas del sector público el esquema ha comenzado a resultarle demasiado costoso, por lo cual hizo recortes de subsidios que apuntan a que algunos consumidores paguen la importación. Eso hace aumentar el costo en los bolsillos de los afectados. Por otro lado, como le faltan dólares, cierra más la...

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