La interminable recurrencia de la Argentina al terrorismo islámico

En febrero de 2020 se publicó en este sección una columna de mi autoría, titulada "El largo brazo del terrorismo islámico en América latina", en la que advertíamos sobre el antiguo interés de Irán y otros países promotores del terrorismo islámico en la región.

En 1979 estallaron dos revoluciones clave: la del ayatollah Rudolf Khomeini, en Irán, y la de los sandinistas, en Nicaragua, con Daniel Ortega como uno de sus promotores, el mismo que declaró que la revolución islámica y la sandinista eran hermanas. Otro tanto hizo Vladimir Illich Sánchez (alias "Carlos", o "El Chacal") desde Venezuela.

Pero en la Argentina la obsesión viene desde un tiempo antes . Hacia 1973, el aumento brutal del precio del petróleo en el mundo, provocado en buena medida por Muamar Khadafy en la OPEP, convirtió al líder libio, gracias a sus ingresos, en el patrocinador de todo el terrorismo en el mundo, en coordinación con mafias italianas, con las que armó una cadena continua de negocios. La Argentina resultó un eslabón importante de esa cadena y Khadafy fue anfitrión en Libia de dos grupos que actuaron como rivales, al menos a la vista del público: el de José López Rega y el de Montoneros. Los acuerdos de López Rega con Libia incluían un programa de entrenamiento para montoneros en ese país. Con la asunción de Raúl Lastiri a la presidencia provisional de la Argentina, tras la renuncia de Héctor Cámpora, la Argentina ingresó en el grupo de Países No Alineados; en realidad, alineados con esos países del terrorismo islámico.

Por su lado, Montoneros era entrenado en El Líbano por la Organización para la Liberación Palestina y los expertos de "nuestro" grupo terrorista local montaron para sus anfitriones una fábrica de explosivos plásticos. Poco después, entrenaron para la denominada "contraofensiva montonera" en Siria, Libia y El Líbano, con el fin de regresar a nuestro país y cometer una serie de atentados de dimensiones cinematográficas que lograron llevar a cabo con impunidad casi total, en pleno control militar de las ciudades. Más aún, durante el gobierno militar que dio el golpe de 1976, se vendieron armamentos a países del terrorismo islámico y esas operaciones continuaron, con la intermediación de empresas francesas, durante la primera mitad del gobierno del presidente Raúl Alfonsín, cuando se negociaron proyectiles y armamento pesado para los iraníes.

Durante la presidencia de Carlos Menem, que afortunadamente abortó el desarrollo...

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