El intento de traducir la naturaleza

Concierto III del Ciclo de Conciertos de Música Contemporánea del Teatro San Martín / Obras: Terretektorh y Nomos Gamma, de Iannis Xenakis / Orquesta nacional y juvenil del bicentenario / En la Usina del Arte / Nuestra opinión: muy bueno.

La poética de Iannis Xenakis se constituyó sobre la base de varios ilusionismos: un ilusionismo de tipo matemático, otro plástico (la ilusión de modelar masas sonoras) y un tercero espacial. Todos ellos se advierten en Nomos Gamma y, especialmente, en Terretektorh, que el director Arturo Tamayo estrenó localmente dentro del ciclo contemporáneo del San Martín.

Las fuertes renovaciones en el lenguaje musical que sobrevinieron entre la segunda mitad de la década de 1950 y la primera de 1960 parecieron demandar también, finalmente, una reformulación del uso de las salas de concierto. No podría decirse que el teatro en herradura mostrara indicios de obsolescencia; más bien, resultaba sencillamente impropio para trabajar de una manera particular el espacio sonoro. Xenakis cumplió, en este sentido, un papel decisivo. En varios artículos, el compositor había propuesto una estratificación de las relaciones entre la fuente sonora y el público, entre las cuales la más habitual era el teatro "a la italiana". La nueva propuesta consistía en el tejido de público y fuente. A esta última variedad pertenece Terretektorh, de 1966, para 88 músicos "esparcidos entre el público", con el director ubicado en el medio de la sala. El origen de la idea se remonta a cierta insatisfacción que el propio compositor sentía como público en la disposición tradicional de la orquesta en un escenario: "Un instrumento, pensaba yo, puede ser tan espléndido? ¿por qué se lo debe escuchar a tanta distancia; una distancia que implica la pérdida de más del 50% de su poderío sonoro? A esta idea se sumó luego una vivencia personal impresionante. Sucedió que, durante una tormenta, quedé aislado en un peñasco; me rodeaban por los cuatro costados la furia de la lluvia...