Los intelectuales esconden la corrupción

Ascético, poco dado a la concesión fácil, http://www.lanacion.com.ar/1584616-carta-abierta-critica-las-denuncias-de-corrupcion-sin-pruebaspor fuera y por dentro: ropa sin marca y baqueteada, lujos desconocidos y vida casi monacal, café y libro junto al ventanal melancólico de un viejo bar. Y no mucho más.Su distintivo era una línea de conducta intachable a través del tiempo y cierto pesimismo existencial que, de todos modos, no invalidaba sus bríos para librar nuevas batallas.http://www.lanacion.com.ar/1586655-el-debate-que-carta-abierta-busca-evitarese intelectual arquetípico fue perdiendo densidad y se evaporaron algunos de sus rasgos esenciales.Se volvió más cauto y parco. La incorrección, que antes era tan bienvenida y necesaria para actuar como vital revulsivo de lo establecido, cedió ante "lo que conviene" decir y callar. Desde que ese colectivo de neuronas legó al kirchnerismo uno de sus giros predilectos ("los intentos destituyentes") es como si se hubiese colocado a sí mismo un grillete que le dificulta los movimientos y le exige obrar en consecuencia, como diría el General, "sin sacar los pies del plato".Esta asumida claudicación trajo consecuencias sobre sus discursos, orales o escritos, que por lógica se empezaron a volver menos sinceros, más afectados. No es casual que a medida que hubo más cuestiones para esconder o para pasar por alto que para revelar, la sintaxis se volviera más críptica, menos legible, más laberíntica y retorcida, hasta en algún punto involuntariamente paródica.http://www.lanacion.com.ar/el-caso-de-lazaro-baez-t49269últimamente ponen a estos pensadores ante una disyuntiva que no están sabiendo resolver con la lucidez esperada a instancias de sus tantos saberes adquiridos. Lo peor de todo es que los traiciona como austeros referentes de la sociedad, antítesis de la codicia que siempre supieron representar con sus ejemplos de humildad manifiesta. Los somete a una extraordinaria y perversa contradicción: quienes hicieron más votos de ascetismo republicano se ofrecen a ocultar tras sus bosques de confuso palabrerío a los que lucran con los dineros públicos.El que más se animó con lenguaje descarnado y sin esquivar el bulto fue hace menos de dos años José Pablo Feinmann cuando dijo a este diario: "Es muy incómodo adherir al gobierno de dos multimillonarios que te hablan del hambre". Eso sí: no le gustó que se usara ese textual como título de la nota y su aclaración, ante el principal referente radial del ultrakirchnerismo...

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