La insoportable necesidad de cambiar

La euforia del Mundial se frenó lejos de Olivos. Cristina Kirchner detesta el momento que le toca: debe girar, aceptar que es inevitable un cambio y resignarse a que su voluntad tiene un límite. Las horas de Amado Boudou están contadas. La aprobación de las leyes no puede estar pendiente de un vicepresidente procesado que camina derecho hacia un segundo procesamiento. La Presidenta estudia también en estas horas una propuesta de bancos norteamericanos que ofrecieron comprar por unos 8500 millones de dólares el total de la deuda en juicio en Nueva York, que significa nominalmente unos 11.500 millones de dólares. Una parte importante de esa deuda está en manos de fondos buitre.El jueves pasado, Boudou chocó de frente con la cortedad de su destino. Su caso ya dejó de ser sólo judicial para convertirse en un grave conflicto político. Varios senadores oficialistas le reclamaron que no presidiera una sesión clave del Senado (clave para el Gobierno), al tiempo que amenazaban con boicotear la reunión de la Cámara si Boudou se sentaba en el estrado presidencial. El Senado y el Poder Judicial son los únicos dos lugares del Estado donde los jóvenes kirchneristas no hicieron pie. Fue el bloque peronista el que les cerró las puertas y lo notificó a Boudou no bien éste asumió. Boudou insistió hace dos años para hacer cumplir una orden directa de Cristina Kirchner. Debía entrar en la Cámara alta parte de la camada de jóvenes cristinistas. "No entendiste bien: aquí no entra nadie", le respondió un senador a Boudou. No entró nadie.La oposición no tiene un enfoque común sobre Boudou, pero las diferencias consisten en establecer cómo lo combatirán mejor. ¿Abandonando el recinto, como proponen algunos? ¿Reclamándole, cada vez que presida una sesión, que se vaya y leyéndole parte de la sentencia del juez Ariel Lijo, que lo procesó por tráfico de influencias en el caso Ciccone, como plantean otros? La única posición común es la de exigirle que pida licencia cuanto antes. Boudou tiene un problema adicional: no puede hablar en el Senado; sólo puede presidir sus reuniones. Tampoco puede eludir la tarea de presidir esas sesiones. La Constitución le asigna explícitamente esa función. El resultado probable sería un campeonato opositor para criticar al vicepresidente delante del vicepresidente.El problema creció de tamaño cuando aliados del oficialismo (y algunos oficialistas) hicieron saber que tampoco lo quieren a Boudou en el recinto parlamentario más importante del país. Los...

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