Sin Insaurralde, en el PJ rearman el plan electoral

Barajar y dar de nuevo. Eso es lo que hace de puertas para adentro el oficialismo en la provincia de Buenos Aires, después de quitar del mazo una carta marcada: , al que, sin mediar un anuncio, la mayoría da por eyectado de sus filas.Aun cuando el diputado, el mejor posicionado en las encuestas, no selle , desde el kirchnerismo sostienen que la relación está "quebrada" y "sin vuelta atrás". En el sciolismo no son tan tajantes, pero ya buscan un plan B.Cuando miran el casting de candidatos por la gobernación, en la Casa Rosada y en La Plata coinciden en un punto: quizá no están todos los actores en escena. Los que abonan esa alternativa aguardan, por caso, que algún anotado en la competencia mayor acepte el destino bonaerense (como Julián Domínguez) o emerja un "tapado" (algunos miran hacia Sergio Berni). Eso sí: esas alquimias -por ahora especulaciones- dependerán de Olivos. Mientras, el peronismo fogonea la instalación de los postulantes en la grilla preliminar que, a modo de ensayo, despliegan un juego de acercamientos en torno a dos presidenciables del PJ: Daniel Scioli y Florencio Randazzo."Esto se va a ir acomodando y la Presidenta va a ordenar muchísimo. En lo personal, creo que va a elegir un solo candidato a gobernador", dijo a LA NACION el intendente Juan Patricio Mussi, un referente ultra-K, que hace dos meses camina el territorio. El alcalde de Berazategui, un joven de 36 años que recibió guiños públicos de Cristina Kirchner y con vínculos en el peronismo histórico por herencia de su padre, apuesta a crecer en el nicho que deja Insaurralde vacío: lograr el respaldo de los jefes comunales. Trazó como primer paso tejer hacia la dirigencia y, en un segundo andarivel, aumentar el nivel de conocimiento.En su táctica de hablar vía fotos, los últimos movimientos de Daniel Scioli muestran el fastidio con el lomense, hasta hace poco su favorito para sucederlo. No de casualidad se fotografió y llenó de alabanzas en un acto a Fernando Espinoza, intendente de La Matanza, que también sueña con reemplazarlo. Fue, en rigor, un gesto planificado que usufructuó, además, la rivalidad entre dos caciques de la poderosa tercera sección electoral. Para Espinoza, abrazarse a Scioli es una oportunidad de ir con su imagen más allá de la frontera de su distrito, algo que, más allá de su campaña publicitaria, no pudo conseguir.A la vez, el gobernador deja correr otras variantes preelectorales, como Santiago Montoya, presidente del Grupo Provincia y uno de los embajadores...

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