La inédita desestabilización de un gobierno desde su mismo interior

Es una verdadera novedad histórica lo que está pasando a nivel político institucional. Hay un presidente débil y un desencanto social mayúsculo, pero sin que se escuche -afortunadamente- al golpismo rugir, no al menos de la manera tradicional, esto es, que hubiera interesados en tomar precipitadamente el poder -detestable atajo- para hacer algo distinto de lo que está haciendo el presidente Alberto Fernández (que no es mucho). ¿Falta absoluta de ideas alternativas acerca de qué hacer con el país? ¿Madurez cívica?

Desestabilización sobra. Abunda, sobre todo, el chuceo. No es que Fernández no sea hostigado cada día, y no por terceros sino por sus propios socios kirchneristas bajo la eficiente conducción obstruccionista de la vicepresidenta. Lo que no se advierte es que ése u otros sectores políticos estén interesados en sustituirlo, tradicionalmente dos cosas que iban de la mano, ya avisaba Maquiavelo, la desestabilización y el propósito ulterior de hacerse del poder. Lo cual plantea una situación inédita difícil de entender con los viejos manuales, sencillamente porque la nueva lógica todavía no termina de revelar su sentido, en el supuesto de que tuviera alguno.

La oposición oficialista de Cristina Kirchner desgasta al gobierno que ella integra y que ella misma inventó, pero no hay indicios claros, por ahora, de que la erosión sistemática siga una hoja de ruta cuyo puerto de llegada sea de manera nítida la caída del Presidente. Puede pensarse que las cosas nunca se habían planteado de esta manera debido a que en el siglo XX se aquerenció el golpismo clásico protagonizado por el partido militar, autor de seis derrocamientos, hoy felizmente extinguido. Pero no debería olvidarse la añeja inestabilidad presidencial de factura exclusivamente civil inaugurada por Miguel Juárez Celman, quien primero perdió la presidencia y luego la buena relación que tenía con el marido de la hermana de su esposa, es decir con Roca, su antecesor y padrino político, con el que nunca más volvió a cruzar palabra. Juárez Celman fue el primer presidente obligado a renunciar por una crisis económica formidable. Hace de esto 132 años.

Fernández tampoco es Cámpora, a quien Perón removió mediante un golpe palaciego que delegó en su mayordomo, quien sustituyó al Tío con su propio yerno (recordemos, López Rega era el suegro de Lastiri; Cámpora, el hoy prócer del kirchnerismo, terminó como embajador en México, hasta que un Perón moribundo lo relevó mediante el último decreto...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR