Una incursión nocturna en el afrobeat porteño

Es de noche y en la ciudad arrecia uno de esos fríos húmedos que calan en los huesos. Pero por suerte, en Club Matienzo, la situación es exactamente la opuesta: cuerpos en trance disfrutan y calientan un ritmo que nace en la África nigeriana, cruza veloz el Atlántico meridional y torna porteño sin perder ni un ápice de su negritud. Estamos en el Fela, décima edición del Festival Latinoamericano de Afrobeat, y pese al otoño invernal de los últimos días, hace calor. Mucho calor. No sólo en los cuerpos sino también en las mentes: luces que se entrecruzan en la negrura excitante de los ojos cerrados para que los presentes empiecen a menear; a obedecer esa ondulación que nace en la espina dorsal y se ramifica insubordinada hasta el último centímetro de piel.

"Creo que el gran atractivo que tiene el afrobeat, lo que lleva a que cautive tanto y cada vez gane más adeptos, es lo bailable que es, lo dificil que es que te quedes quieto cuando lo escuchás o ves una orquesta tocarlo", sostiene Jonathan Yelin, también conocido en el ambiente como Jimi, creador de este festival que en sus ediciones al aire libre suele juntar alrededor de mil personas y que ya pasó por el Konex, Niceto, Groove, entre otros lugares, además del Club Matienzo. Siempre con bandas locales en vivo, espectáculos de danza, maquillajes afro al que se anime, invitados internacionales del género y diversos DJ que mantienen encendido lo más preciado del evento: el efervescente ida y vuelta entre la pista y su altar, el escenario.

"Yo trabajo en el microcentro toda la semana. Vengo acá y me olvido de todo", dice Fernando Ruiz, de veintilargos años y feliz centro de atención de un grupo de amigas -todas estudiantes de Comunicación en el Salvador- que le festejan los particulares movimientos que da. Y tiene sentido. "A más suelto, más feliz se es", parece ser la consigna no escrita de los distintos grupitos que pueblan el salón principal del Matienzo y que va desde entendidos del género, rastas de larga data y credo, a curiosos de civil, sin demasiado background más allá de su propio entusiasmo. Y todos bajo el amparo de un sonido hipnótico y picante que se entremezcla con acentos sudamericanos y hablas noreuropeas escuchadas al pasar.

"A mí me cae muy simpático el público que reúne el Fela porque surge de lugares muy distintos -dice Jimi-. Están los que le gusta el reggae, los que estudian danzas afro, los que son seguidores de las bandas o de la movida, y los curiosos, los que...

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