El inconsciente del productor, una materia que nadie estudia

Esta semana nada fue más cierto que aquello que dice que hasta que el grano no se encuentre en la bolsa, la cosecha no está segura.Los más de cien milímetros de lluvia, con picos de 300 milímetros, que se descolgaron en gran parte de la pampa húmeda suspendieron las tareas en el pico de la recolección por la falta de piso o porque directamente los cultivos están bajo el agua. Caminos de tierra intransitables y por lo menos una semana para que se vuelva a entrar a los lotes abren un gran signo de interrogación sobre cuál será el final de esta campaña. Día que pasa, día que alguna chaucha de soja se desgrana, además de las pérdidas por peso y calidad. ¿Un millón de toneladas de soja de pérdidas? Respuesta; pueden ser más aún más, afirman por lo bajo los técnicos especializados en el seguimiento de las cosechas. En estas situaciones el problema que tienen las estadísticas nacionales es que siempre esconden a los dramas particulares. Hay chacareros del sudeste cordobés que están asumiendo pérdidas totales de sojas que iban a rendir no menos de 30 quintales.El lamento es grande, pero a nadie lo toma desprevenido, menos a los chacareros que ya llevan muchas cosechas en la espalda. Por más que todas las tecnologías disponibles en cuanto a herramientas técnicas, financieras y de mercado trabajen para minimizarla, las actividades agropecuarias y la agricultura en particular siguen siendo un negocio de alto riesgo. Esta cuestión cardinal es la que en definitiva termina dividiendo las aguas: están las políticas dirigidas al campo que entienden el nivel de riesgo que asumen los productores y están las que las subestiman. Estos últimos, además no tienen en cuenta un aspecto clave de la actividad como es la psicología de los productores.Basta con observar la reciente experiencia personal del ministro de Economía. Axel Kicillof al comprar una docena de tomates (¿pedirá en las carnicerías un metro de carne?) a 12 pesos (el kilo), cuando llegó a valer 40 pesos. Esos 40 pesos llegaron a enloquecer durante una semana a la presidenta Cristina Kirchner y a todo el Gobierno que se la pasó tramando planes para sofocar la suba. Ninguno se implementó, ni tampoco se importaron tomates. Y como no podía ser de otra forma los precios comenzaron a bajar solitos sin ninguna intervención porque se acomodaron a la oferta y la demanda hasta llegar a los 14 pesos (el kilo) que tanto sorprende y al mismo tiempo festeja el ministro.De lo sucedido con los tomates vale la pena tomar nota...

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