El improbable candidato que aún es un enigma

PARIS.- Los ojos de Europa y del mundo están puestos en él. Sobre todo después de que anoche, François Hollande se convirtió en presidente electo de Francia, el noveno de la Quinta República y el segundo socialista que ocupará el Palacio del Elíseo desde 1958.A los 57 años, aquel que fuera un improbable candidato y un mucho más improbable presidente de la quinta potencia del mundo, sigue siendo un misterio para sus conciudadanos, sus allegados e, incluso, sus colaboradores."François tiene ese costado misterioso. Siempre fue así", reconoce Bernard Poignant, alcalde de Quimper, un amigo de años.Si Hollande siente alguna satisfacción, nunca lo demuestra. Durante la campaña y los días posteriores a su triunfo de la primera vuelta se mostró como el hombre que desempeña su papel casi a la perfección. Fiel a su promesa ("seré un presidente normal"), nada de lo que dijo fue imprudente.Invariablemente calmo, sonriente, accesible, sabe mostrarse abierto y dispuesto a escuchar aún en los momentos más difíciles. Para aquellos que trabajan con él, ésa es precisamente su marca distintiva: su habilidad para mostrar empatía.Hollande parece saber lo que la gente quiere escuchar. Para un político, hacerles sentir a los demás que uno los entiende, es un don del cielo. Hollande lo tiene, contrariamente a Sarkozy, para quien el contacto con el público siempre fue un ejercicio complicado.Sus enemigos políticos -y sobre todo los de su propio campo- comprendieron rápidamente que esa empatía que consigue despertar, sumada al beneplácito que provoca su permanente buen humor, podrían llevarlo rápidamente hacia cumbres que ellos mismos codiciaban.Para impedirlo, había que anular su capacidad de seducir. De allí la idea lamentable de endilgarle múltiples sobrenombres pensados para ridiculizarlo: Flanby -por la marca de un conocido flan-, marshmallow (malvavisco) o el simpático aparatchik .Quienes lanzaron esa campaña indigna olvidaron la capacidad de autocontrol de un hombre que, siempre en la sombra, trabajó para el presidente François Mitterrand, acompañó a Lionel Jospin durante sus años de primer ministro y dirigió los destinos del Partido Socialista (PS) durante 11 años.François Hollande nunca juzgó necesario rebajarse replicando, persuadido de que esos ataques volverían como boomerangs a golpear a sus autores.Esa fuerza de voluntad y esa estrategia de vida le permitieron ganar, entre otras cosas, unas inverosímiles primarias socialistas y lo llevaron ayer a las más altas...

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