Impacto: en la era de la globalización, un caos total para movilizarse

PARIS.- Como en una historia de horror, un ignoto virus 10.000 veces más pequeño que un grano de arena apareció un día de diciembre en algún remoto sitio de China y en dos meses logró provocar un caos planetario que causó miles de muertos, confinó en sus casas a 1000 millones de personas, amuralló países enteros adentro de sus fronteras, detuvo los formidables engranajes del comercio internacional, hundió bolsas, destruyó decenas de miles de empleos y -paralizando buques, trenes y aviones- detuvo en seco a un mundo, que se movía cada vez a mayor velocidad.Hay cosas, sin embargo, que no cambian. Como la "peste antonina", primera epidemia de viruela de Occidente, que azotó el imperio romano entre 166 y 189 de nuestra era dejando cerca de diez millones de muertos, el coronavirus se diseminó por el mundo acompañando el desplazamiento de los hombres.Así ocurrió a lo largo de la historia. Y, como siempre, la humanidad parece haber hallado siempre la misma respuesta: el confinamiento y el cierre de fronteras. La envergadura de las consecuencias, es verdad, tuvieron cada vez distinta magnitud.Hoy, en un mundo hiperconectado, sumergido en la globalización, donde millones de personas se mueven cada día de un punto al otro del planeta, esta nueva pandemia pone a los gobiernos ante una dramática disyuntiva: cómo salvar vidas y, al mismo tiempo, evitar el colapso de la economía.Aterrados, sin distinción ideológica, los responsables políticos se han apurado a imponer controles que hubieran sido inimaginables hace escasas semanas. Más de un centenar de países, en África, Asia o América Latina, prohibieron la entrada a viajeros extranjeros. Times Square, en Nueva York, está desierto, la City de Londres está a oscuras. En Francia, Italia y España cafés, bares y restaurantes cerraron sus puertas. Y en todos los estadios del mundo, el silencio reemplazó el clamor.En medio de la incertidumbre total que provoca un mundo irreconocible, la principal pregunta es, qué pasará después. Cuando la crisis termine en seis meses, uno o dos años, ¿el planeta será capaz de volver a su ritmo normal?"Probablemente así sea. Pero tomará tiempo para regresar a los estándares previos a la crisis", analiza el economista francés Elie Cohen.Mientras tanto, la crisis está provocando un pandemonio fenomenal, con viajeros varados en todas partes, incapaces de regresar a sus hogares, cruceros de vacaciones que navegan por el mar sin que nadie los deje acostar y compañías aéreas al borde...

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