Imaginando la computación del futuro

En una industria en la que todo cambia vertiginosamente, hay una constante: cada vez tenemos más poder de cómputo, a menor precio y de menor tamaño. Pero esa es la mitad de la historia

Creo que hay dos cosas que son públicas y notorias. Las computadoras han venido achicándose de forma sostenida. Las personas, en cambio, no. Suena un poco delirante, ya sé. Pero dame un minuto más.

Varios órdenes de magnitud más lenta que un celular actual, mi primera PC pesaba alrededor de 15 kilos . Eso es unas 100 veces más que un smartphone. Puesto de una forma más clara: si una persona subiera 100 veces de peso, acusaría 8 toneladas en la balanza. Balanza industrial, se entiende. Para que se den una idea, un colectivo pesa siete toneladas.

El modelo PC 5150, de IBM, fue todo un éxito para la época, logrando un millón de ventas en sus primeros cuatros años de lanzada

Dadas estas cifras, viajemos al pasado. Llevemos mi actual teléfono a 1990. Pero en lugar de usar su pantalla táctil e internet, que todavía no había llegado a la mayoría e los usuarios particulares en el mundo , simplemente reemplacemos el gabinete por el smartphone . Hagamos caso omiso de que la pantalla en blanco y negro no funcionaría con los gráficos avanzados de un celular de hoy y dejemos de lado también el tema de cómo conectaríamos todo. A fin de cuentas, tampoco se puede viajar al pasado, así que este es un simple ejercicio de la imaginación.

OK, ahí tenemos el teléfono conectado a la pantalla y al teclado. ¿Qué experimentaría el usuario de hace 30 años? Que ese aparatito es una supercomputadora, en comparación con su PC/XT. Un millón de veces más memoria; 3200 veces más espacio de disco, y ni hablar de la capacidad de cómputo. El telefonito, con todo y su tamaño insignificante, es capaz de hacer cómputo 24.000 veces más rápido que esa PC de 1990. Eso, si esa PC tiene coprocesador matemático, que casi seguro que no (eran muy caros). Así que, independientemente de su tamaño, como computadora, este teléfono es una nave espacial. Si lo conectáramos a una pantalla color, veríamos juegos de un realismo que no podríamos creer. Podríamos almacenar decenas de miles de fotos en muy alta resolución. Reproducir audio en alta fidelidad. Ver películas. ¿Te suena?

No obstante, en esta escena, los únicos que no han cambiado de tamaño son la pantalla y el teclado. Volvamos al presente.

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