Ideología y corrupción

Suele decirse desde la izquierda que la derecha la ocupan quienes están satisfechos con el orden existente, son pragmáticos, ricos y, muchas veces, corruptos. Dicen que carecen de empatía hacia el prójimo y son ciegos al sufrimiento de los que menos tienen. Del lado de enfrente se ubica la izquierda, de la cual se sostiene que es contestataria, idealista, dispuesta a subvertir el orden para establecer uno nuevo donde prevalezca la igualdad, se incluya a los excluidos y donde prime la honestidad, con vínculos realmente humanos y solidarios.

La realidad es que las izquierdas marxistas han fracasado en todas partes del mundo, pues la colectivización de las actividades productivas elimina los incentivos, desalienta el esfuerzo y, peor aún, traslada al sector público los peores instintos de los seres humanos. De ese modo, aparecen los nuevos ricos debido a la corrupción y a los privilegios conseguidos desde el Estado, como ocurrió en la Unión Soviética y en los países de la Europa Oriental, al igual que con la boliburguesía venezolana.

A través de los años, desde que Tony Blair propuso la Tercera Vía en Gran Bretaña mediante su partido laborista, comenzaron a desdibujarse los límites entre estas dos ideologías enfrentadas, pues el socialismo advirtió que sus propuestas de bienestar social requieren una economía vibrante y en crecimiento, para poder financiar esos gastos crecientes sin incurrir en inflación, endeudamiento o presión fiscal insostenibles. Ello implicó adherir en forma clara a los principios republicanos, asegurando las condiciones para el desarrollo de un capitalismo social. En esa línea estuvieron Gerhard Schröder en Alemania, Felipe González en España, y más cerca de nosotros...

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