Identidad local

AutorRoberto Dromi
Páginas277-299

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1. Introduccin

La identidad1 tiene ver con lo que somos, con nuestra historia de vida. Es aquello que nos caracteriza y distingue de los demás, es una necesidad afectiva y una realidad concreta que tiene que ver con el identificarse y con reconocerse y que presupone la existencia de otro del cual distinguirse y diferenciarse.

Al estar la identidad relacionada con la vida del hombre, la misma estará determinada por su circunstancia, por su lugar, por su historia. y así como existe una identidad personal, existe un identidad colectiva, existe una identidad local, común a los vecinos de determinado lugar y diferente a los de otros lugares, así, los vecinos de la Ciudad de Buenos Aires, son diferentes a los vecinos de la Ciudad de Mendoza o de posadas.

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Las identidades, particularidades y pluralidades locales tienen garantía constitucional2, y deben ser respetadas pues ellas son cimiento de nuestra identidad nacional.

2. Realidad y esperanza

La vida cotidiana, la de todos los días es la realidad de la vida, la de la inmediatez, la de lo "más privado"; es decir, la intimidad vital de cada uno con lo "menos público", en sentido organizacional, el pago, la villa, el caserío, el fortín, el distrito; en suma, la Ciudad, grande o pequeña, el hábitat. desde allí, de abajo hacia arriba, se van construyendo y cimentando las energías sociales y morales del poder que, en la misma proporción que ascienden, se van alejando y escapando del hombre de todos los días.

Por principio el panorama contemporáneo de la vida local nos plantea un desafío: rescatar y reencontrar los cauces institucionales de la vida en Ciudad, de la vida "vecinal", como testimonio compatible con la auténtica descentralización. Es que la descentralización tiene al individuo como protagonista en la relación de poder público, ya sea bajo el título de ciudadano, habitante, administrado, usuario, consumidor, contribuyente o vecino, que es donde se concentran las vitalidades del quehacer privado y público, civil y administrativo, manteniendo el Estado, por su parte, las funciones de organización, protección y fiscalización ante la falencia individual en el quehacer público.

En ese marco, el localismo es realidad y posibilidad compatibilizado con el federalismo, el regionalismo, el municipalismo. de no ser así, las incongruencias del sistema serían una suma de "contradicciones" que afectarían la eficacia del mismo, haciendo del "vecinalismo" un mito, quizás un rito, en homenaje a una descentrali-Page 279zación inexistente y a una democracia sólo o predominantemente formal.

Para que la vida local sea una verdadera "instancia" de poder, es decir, la primera instancia, el primer peldaño, hace falta realidad, razonabilidad, racionalidad y proporcionalidad entre los niveles de competencia públicos, estatales y del poder. para que esto se logre, es menester:

a Administrativamente

Conferir a la entidad política competencias en las prestaciones y servicios públicos, la custodia del patrimonio histórico-cultural, el gobierno de la Ciudad, la policía de los intereses vecinales y de los asuntos locales, civiles, industriales y comerciales.

El Municipio, para hacer efectiva su autonomía administrativa3, debe objetivar la regulación de dos elementos que hacen a su esencia. Los mismos comprenden mecanismos precisos: "las funciones son los intereses propios de los municipios, y los poderes jurídicos son las potestades administrativas"4.

Las provincias, por mandato de la Constitución nacional, deben asegurar en sus propias Constituciones la autonomía municipal desde el punto de vista administrativo y reglar su alcance y contenido, para beneficio directo del habitante de ese Municipio5.

Uno de los fines fundamentales de la función administrativa es, entonces, tender a "la mejora de la calidad de vida global de laPage 280 Ciudad, integrando o coordinando las políticas, los programas de los diferentes departamentos y administraciones"6.

b Institucionalmente

La instancia local de poder necesita un modelo adecuado de organización institucional. por tradición, del "cabildo al municipio" han sido los clásicos "ayuntamientos" y "alcaldías" los modos organizacionales propios para darle forma a la participación local del poder. Consecuentemente, las formas de institucionalización tienen sus propios estatutos organizativos y la autonomía es razón de esencia y existencia, con representación local e inserción regional por vía de las mancomunidades.

En la autonomía municipal podemos advertir una vertiente política manifestada a través de las potestades gubernamental y legislativa: "Esta afirmación la sustentamos en la observación de la existencia en su estructura de un órgano de naturaleza política, elegido democráticamente, en el reconocimiento de unos intereses generales protegidos constitucionalmente y en la atribución de una potestad normativa política competente para el dictado de reglamentos autónomos, denominada potestad parlamentaria"7.

c Econmicamente

La vida local necesita un espacio económico, industrial, comercial, un quehacer específico de las actividades productivas, del turismo y de otras industrias que sostengan su autonomía, su autodeterminación, sin perjuicio de las rentas coparticipadas que le corresponden al Estado nacional, por su contribución a generar actividades que son base imponible de tributos no locales sinoPage 281 regionales o nacionales, como el iVA, la renta, las ganancias y el patrimonio.

El modelo económico local requiere, además, compatibilizadamente, medidas estatales de fomento, inversión, promoción a la iniciativa privada y privatización. Si el Estado no privatiza ni controla lo privatizado, es confesa la incongruencia del sistema socializado o "estatizado arriba" y "privatizado abajo"; no hay compatibilidades entre Estados "estatistas" y municipios "privatistas". de igual modo, los municipios deben participar junto a las provincias del dominio de los recursos naturales8, de la protección del medio ambiente9 y de los consumidores y usuarios10.

d Culturalmente

El armado del mapa cultural de una Ciudad, necesita de la autonomía como potestad decisoria propia para brindarle a la convivencia local una propuesta eficiente, sostenible e integradora del modelo cultural. Si alguna materia requiere libre determinación y libertad de creación e imaginación, sin duda es el quehacer cultural. La cultura entraña una dimensión estática por su historicidad, y una dimensión dinámica por su constante creatividad.

Para definir el esquema cultural es fundamental el trazado geográfico de la Ciudad, el reparto territorial de la misma. Así las cosas, en ese escenario, se erige la cultura de la Ciudad. En ese espacio distribuye el quehacer público y el quehacer privado. La ciudad es artífice de la definición arquitectónica y ubicación geográfica de sus propios edificios, del Cabildo, sus plazas, sus parques, sus paisajes, sus espacios de recreación, su hábitat de entretenimiento y esparcimiento, sus bibliotecas y teatros, sus escuelas y museos, sus archivos y centros culturales, sus librerías y cines, sus casas dePage 282 cultura, su arte y arquitectura, sus esculturas, etc. todo ello para que exista orden y armonía con todos los demás espacios de la Ciudad en la dinámica del movimiento para el desarrollo y el crecimiento sostenido de la Ciudad y de sus habitantes.

En el diseño cultural de la urbe un espacio sobresaliente de la autonomía de la Ciudad es generar y preservar la autonomía de la gestión cultural con la participación de los protagonistas, artistas, poetas, músicos, y creativos en general. La libertad es la medida de la posibilidad de crecimiento, por ello hablamos de las autonomías derivadas de la autonomía originaria de la Ciudad.

Es el diseño cultural un ejemplo y una necesidad, donde se muestra la esencialidad de la autonomía como una variable para construir la historia de las ciudades11.

El Municipio es gerente de las particularidades locales en todas las manifestaciones culturales, se trate tanto de conciertos, teatros, museos, como de ferias y artesanías, de la música, muestras, exposiciones, festivales, recitales y de la protección del patrimonio histórico y cultural.

La cultura, el testimonio del hacer del hombre, junto a la "naturaleza", el testimonio del hacer de dios, ocupan la circunstancia de intimidad que rodea cotidianamente al hombre. por ello, desde la inmediatez del poder, desde el mismo gobierno local, es vital "hacer cultura" y "conservar naturaleza". y al enaltecer la "cultura" y la "naturaleza", el Estado nacional y provincial, en general y los municipios en particular, porque es tarea compartida entre los tres niveles de organización estatal, deberán asegurar mediante una le-Page 283gislación adaptada a las necesidades y requerimientos la integración de todos los habitantes, teniendo en cuenta sus particularidades y manifestaciones culturales diversas. Esto con el propósito de respetar y promocionar el desarrollo, la formación y la difusión de cada expresión cultural que conforma la amplia y plural identidad12.

Asimismo, se hace preciso "reconocer la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos13", garantizando no solamente su identidad sino salvaguardando una amplia gama de derechos que hacen a la educación, personería jurídica de sus comunidades...

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