Icaria: la increíble isla donde la gente se olvida de morir

ICARIA, GRECIA. - En , a 265 kilómetros de El Pireo y a un tiro de piedra de las costas turcas, hay una pequeña isla donde la gente suele olvidarse de morir.

Icaria es una escarpada montaña de 255 km2 que surge imponente de las aguas cristalinas del mar Egeo, donde sus 10.000 habitantes tienen tres veces más posibilidades de llegar a los 100 años que cualquier otro pueblo del mundo.

Uno de cada tres icarianos llega a los 90 años, según varios estudios científicos. También tienen 20% menos probabilidades de padecer cáncer.

Sufren 50% menos de enfermedades cardiovasculares, no conocen la depresión ni la demencia, tienen una activa vida sexual y permanecen física y mentalmente ágiles hasta el último día de sus vidas.

Icaria debe su nombre a Ícaro, hijo de Dédalo en la mitología griega, que habría caído al mar frente a la isla después de quemarse las alas por querer acercarse demasiado al sol.

Hay quienes cuentan que Dioniso, el dios del vino, también habría nacido aquí. En todo caso, la calidad de su vino, así como su reputación de destino benéfico para la salud, remonta al siglo V a.C., cuando los griegos iban a bañarse a las aguas curativas de Therma, pequeña ciudad de la costa oriental. En el siglo XVII, Joseph Georgirenes, obispo de Icaria, describió a sus habitantes como individuos orgullosos, independientes y ascéticos, "al punto de dormir en el suelo con una piedra a guisa de almohada".

"El aire y el agua de Icaria son los elementos más admirables de la isla", escribió. "Son tan salubres que la gente vive hasta una edad muy avanzada. Lo normal es cruzar a diario personas de más de 100 años", relató.

Si Georgirenes hubiese vivido en la actualidad, también habría anotado el proverbio local, según el cual en la isla hay tres husos horarios: GMT, la hora griega y la de Icaria. Porque los icarianos simplemente no ven la necesidad de regir sus vidas con el reloj. "Pasará cuando tenga que pasar", dicen. Y nadie se ofusca si los invitados llegan a la boda a las 22, cuando la cita era a las 18.

Si bien la televisión, los medios de transporte y el incipiente turismo están cambiando sensiblemente el modo tradicional de sus vidas, en la actualidad cada familia cuenta con uno o dos centenarios que, en general, son el centro de atención de los más jóvenes.

Ése fue el caso de Emmanuil Kryaras, el célebre filólogo que murió en mayo pasado, a los 107 años, víctima de una anodina caída, después de haber recorrido el mundo dispensando su saber por cuatro continentes durante su larga vida.

Smagarda Karimali nació el 20 de junio de 1921. Tiene cuatro hijos, 13 nietos, nueve bisnietos. Aún hoy, el grupo sigue girando en torno de ella. "Nada se hace en la familia sin consultarlo con yaya [abuela en griego]", reconoce Nikos Tsarnas, uno de sus nietos. "Ella sabe todo. A veces nos preguntamos cómo hace", confiesa.

Enérgica, ágil, atenta a todos los detalles, cuando LA NACION la visitó, Smagarda estaba visiblemente contrariada por un persistente resfrío que la tenía en cama desde hacía varios días. A pesar de todo, haciendo honor a la proverbial hospitalidad icariana, la mujer había pasado el día en la cocina, preparando dulces y postres tradicionales, que acompañó con una deliciosa infusión de hierbas locales.

Smagarda y su marido, un experto...

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