Huyeron de la guerra y volvieron a empezar en la Argentina

Mery Alosh, de 19 años, completó el secundario en el país, estudia en la facultad y se siente segura en Salta, donde vive con su familia

Su vida ya no era más su vida. Estaba en una larga pausa. No tenía presente, y mucho menos futuro. Vivía en medio del terror de la guerra civil siria que comenzó en 2011 después de una manifestación contra el gobierno y que todavía no terminó. Las bombas caían frente a las ventanas del edificio en el que habitaba con su familia en Homs .

Era habitual ver un mar de sangre en la puerta de su casa. La tercera ciudad siria después de Damasco y Alepo se había convertido en uno de los campos de batalla entre las fuerzas armadas y los grupos rebeldes. No podía prácticamente ni asomar la nariz a la calle. Fueron seis meses de encierro obligado, de que les traigan la comida y algún que otro medicamento hasta la puerta. Los negocios cerrados, las calles tomadas por los hombres de ISIS. Con permanentes cortes de luz, sin agua, sin poder ir a la escuela, con lo justo.

Era habitual ver un mar de sangre en la puerta de su casa. La tercera ciudad siria después de Damasco y Alepo se había convertido en uno de los campos de batalla entre las fuerzas armadas y los grupos rebeldes. No podía prácticamente ni asomar la nariz a la calle.

"En 2016 por fin pudimos escapar de la guerra y venir a la Argentina, donde ya habían llegado otros familiares. Ahora vivimos en paz. Extraño, quisiera volver, pero cuando recuerdo el horror por el que pasamos, enseguida se me van las ganas de ir", recuerda Mery Alosh en perfecto español desde Salta, donde rearmó su vida con su mamá Linda, su papá Maruan y su hermano mayor Fadi. En ese entonces tenía 13 años, no hablaba una palabra de castellano y fue una de los refugiados sirios que vinieron al país.

Escapar de una guerra, volver a empezar en otro país, con apenas unas pocas pertenencias que entran en una valija. En muchos casos sin hablar el idioma del destino al que se llega, sin compartir la cultura y hasta sin conocer a nadie. Un viaje a lo desconocido, pero esperanzador.

El mismo horror que vivió Mery lo están padeciendo los miles de ucranianos que se están repartiendo por Europa occidental y quizás, algunos puedan desembarcar en la Argentina. El empresario y cineasta Enrique Piñeyro, que ya hizo varios vuelos humanitarios con refugiados ucranianos con su ONG Solidaire, tiene la intención de poder traerlos también al país.

Hasta el momento no hay un programa especial que los reciba, aunque desde la Dirección Nacional de Migraciones se autorizó mediante la disposición 417/2022 el...

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