Huir de Irak, la única salida para un converso

Miembro de una rica familia chiita y descendiente de Mahoma, el destino de Mohammed al-Sayyid al-Moussaoui parecía definido: sucedería a su padre como patriarca de un clan con autoridad sobre unas 60.000 personas en Irak e influencia en varios países de .

Pero Mohammed eligió darle a su vida un giro impensado y temerario: rechazó el Corán y se convirtió al cristianismo. Sus padres solicitaron que fuera encarcelado y torturado. Tras un año y medio de cautiverio recobró la libertad. Junto con su mujer -también conversa- y sus hijos cruzó clandestinamente a Jordania.

Desde entonces, y luego del dictado oficial de una fatwa (que lo condenó a muerte), sus hermanos y primos lo buscan para ajusticiarlo por "converso". Karim, su tío, le disparó a quemarropa, pero falló.

Desde 2001 vive, junto con su mujer y sus cuatro hijos, exiliado en Francia, donde cambia de domicilio con frecuencia. "Más tarde o más temprano, seguramente me van a matar. Sé que cada día puede ser el último", dijo a LA NACION con una sonrisa triste Joseph Fadelle, como pasó a llamarse tras ser bautizado. De 52 años, llegó a Buenos Aires auspiciado por la editorial Logos y la desarrolladora inmobiliaria Eidico para dictar una serie de conferencias que dan cuenta de su experiencia.

"No tengo miedo, aunque tomo precauciones de seguridad", explicó con impasibilidad. Y añadió que ya aprendió a vivir "preparado para enfrentar la muerte".

Aunque su carácter flemático no da ningún indicio de los tormentos que padeció, su historia es una muestra cruda de la suerte que corren los musulmanes conversos en algunos lugares de Medio Oriente.

Amenazada por el escarnio público, la familia de Fadelle condenó su conversión de un modo implacable. "Basta con que un joven se vuelva sunnita para que a sus padres se les prohíba la entrada en casa de chiitas y en nuestras mezquitas. ¡Imagínate con un hijo cristiano!", le gritó su padre, relata Fadelle en El precio a pagar, el libro que narra su historia. Su madre fue lapidaria: "¡Mátenlo!".

La conversión comenzó en 1987, durante el servicio militar, cuando le tocó alojarse con un iraquí cristiano, que lo animó a leer el Corán con un espíritu crítico, luego la Biblia y después compararlos.

Por esa misma época, en un sueño se le apareció un hombre que le dijo: "Para cruzar el río tienes que comer el pan de vida". Horas después, en una Biblia leyó que Cristo les dijo a sus apóstoles: "Yo soy el pan de vida". Fadelle interpretó la coincidencia como una...

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