La hostia

Fue hace dos viernes. En la capilla de la Inmaculada Concepción, de Tigre, el párroco celebraba la misa. En el momento de la consagración, elevó la hostia y pronunció la oración correspondiente. Ante la sorpresa de todos, no lo hizo una vez, sino tres. Enseguida, se agachó detrás del altar y permaneció allí, junto con el monaguillo, sin que nadie entendiera qué estaba pasando. Después de la misa, entre llantos, explicó a los feligreses: "Hemos tenido una gracia eucarística: al levantar la hostia, vi en ella el rostro de Jesús. No sabía si eran visiones y por eso lo repetí tres veces. Detrás del altar, le pregunté a Harry [el monaguillo] qué veía él. Me dijo que veía el rostro de Jesús. Yo soy una persona común, no sé bien qué...

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