Hospital Santojanni: trabajar con miedo

Un grupo de barrabravas de Nueva Chicago irrumpió el miércoles pasado en los pasillos del hospital Santojanni ingresando sin inconvenientes por la entrada de la guardia. Eran alrededor de diez hombres que cargaban palos y armas, pero los guardias de seguridad privada que allí se encontraban, los únicos encargados de resguardar el lugar, no pudieron impedir su ingreso.

Ante la mirada atónita del personal del centro médico, iban a destrozar puertas y camillas y a empujar e insultar a todo aquel que quisiera impedirles lograr su objetivo: encontrar al líder barrabrava Aldo Barralda, que había llegado minutos antes para atenderse por una herida. Los violentos lo apuntaban como el asesino de Agustín Rodríguez , el hincha de 27 años que había muerto ese mismo día, tras recibir un balazo en un enfrentamiento entre dos facciones de la barra de ese club del barrio Mataderos.

El ataque de los barrabravas no fue un hecho aislado . Cinco miembros del personal del hospital entrevistados por LA NACION, que no quisieron revelar su identidad por miedo, coincidieron en que los maltratos que reciben de parte de pacientes y sus allegados se producen habitualmente .

"Esto se vive todos los días, lo sucedido con el señor Aldo [por Barralda] es un caso más", dijo una de las enfermeras que dialogaron con LA NACION. Por su parte, una joven administrativa de la sala de partos manifestó que cuando empezó a trabajar allí, hace menos de un año, tenía miedo, pero que después se fue "acostumbrando a los gritos". Una médica de guardia, en cambio, se mostró indignada: "Esto fue dirigido en particular a este paciente pero no había necesidad de amedrentar administrativos a fuerza de armas de fuego para pasar. Estamos brindando un sistema de asistencia gratuito con los recursos que tenemos y no esto no es lo que nos merecemos", se quejó.

Paso a paso

El ímpetu del ingreso de los hinchas de Nueva Chicago alertó de inmediato al personal de esa sección del hospital. "Cuando entraron estábamos en el mostrador de los médicos haciendo unas recetas. Me sorprendió la cantidad de gente que había ingresado y la brutalidad con que golpeaban puertas y pateaban cosas. Fue bastante difícil porque no sabíamos a qué atenernos, nos pasaban por arriba", relató a LA NACION una médica de guardia.

Un camillero, que estaba de turno aquella tarde, aseguró que se dio cuenta de que algo extraño sucedía en la guardia cuando escuchó los gritos de los atacantes. "Siempre cuando pasan cosas así, me paro...

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