Historia íntima del portazo que provocó un temblor... pasajero

A las 19 del 9 de octubre de 2012 se encuentran en Ideas del Sur. Juan Antonio Pizzi, el candidato, Matías Lammens, el presidente, Marcelo Tinelli, el vicepresidente. Empresarios, representantes. Agrada, pero no convence. Charla de proyectos. De estilos y otras menudencias. Hay otros apellidos en la nómina. Ricardo Caruso Lombardi, por esas horas, es un DT despedido, pero que sigue en tarea. Como no hay demasiado margen, a pesar de algunas sospechas maliciosas lanzadas por el polémico DT, Pizzi entra dos días más tarde en el área grande: es el nuevo conductor.A las 9 del 20 de diciembre de 2013 se repite el encuentro. Están todos. Juan Antonio Pizzi es el mismo, aunque es otro: es el finalista de la Copa Argentina, es el campeón del torneo Inicial. Y no quiere firmar su llegada, pretende rubricar la salida. Valencia lo espera, aún en su descalabro financiero, aún en su desconcierto futbolero, sigue siendo el cuarto poderoso de España. El propio Pizzi se vistió de blanco en la temporada 1993/1994. Puesto 10°, 23 puntos, a ¡20 unidades! de Barcelona y Real Madrid, los punteros.Que el primer contacto fue, en realidad, hace diez días. "Para conocer su pensamiento", le comunicaron. Que Valencia va a pagar el resarcimiento. Que la charla con el Ratón Ayala, flamante coordinador deportivo, fue "excelente". Que el ex defensor viaja hoy mismo a España y es presentado, rodeado del duelo estelar de mañana ante Real Madrid. Que lo llamaron oficialmente el lunes por la noche, luego del despido de Miroslav Djukic. Que está a punto de venderse a capitales extranjeros, que el club no atraviesa una luna de miel, precisamente. Que viaja después de Nochebuena. Que es su sueño: con su ciudadanía dividida entre dos océanos, hace un buen tiempo que quiere vivir en España. Afincarse, quizá, para siempre. Que lo perdonen, que se va.Lammens está envuelto en cólera. Porque siempre lo bancó: cuando pudo haberse ido, luego de una derrota dolorosa contra Racing. Porque renunció tras el golpazo de la Copa Argentina en Catamarca y el joven dirigente no le soltó la mano. Porque, a pesar del extraño contexto del pueblo azulgrana, que a pesar de ganar y de atacar, nunca lo cobijó en sus entrañas, siempre le dio un abrazo de confianza. Porque ni sospechó que la ausencia en el viaje hacia el Vaticano obedecía a las horas decisivas para tomar una drástica decisión. Días de paz y pensamientos a orillas del mar. Para lanzar un portazo insospechado, apenas días después de la consagración.Un...

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