Historia ideológica de la Corte Suprema de Justicia de la Nación (1966-1973)

AutorHéctor José Tanzi
CargoDoctor en Derecho (UBA). Profesor regular (UBA)
Páginas93-187
IUSHISTORIA – ISSN 1851-3522- INVESTIGACIONES
editor responsable: facultad de ciencias jurídicas (usal)
Tte. Gral. Juan D. Perón 1818 – ciudad autónoma de buenos aires
www.salvador.edu.ar/juri - tel/fax: 4373-8305
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UNIVERSIDAD DEL SALVADOR
Facultad de Ciencias Jurídicas
Facultad de Filosofía, Historia y Letras
IUSHISTORIA
Nº 4 - Octubre de 2007
ISSN 1851-3522
Buenos Aires, Argentina
www.salvador.edu.ar/juri/reih/index.htm
HISTORIA IDEOLÓGICA DE LA CORTE SUPREMA
DE JUSTICIA DE LA NACIÓN (1966-1973)
[IDEOLOGICAL HISTORY OF THE ARGENTINE SUPREME COURT OF JUSTICE (1966-
1973)]
HÉCTOR JOSÉ TANZI1
RESUMEN
Análisis ideológico pormenorizado de la Corte Suprema de Justicia de la Nación a través de sus fallos.
Continúa una serie de artículos sobre la temática publicados en IUSHISTORIA.
ABSTRACT
Thorough ideological analysis of the Supreme Court of Justica through its decisions. It continues
earlier papers on this subject already pubished in this magazine.
1 Doctor en Derecho (UBA). Profesor regular (UBA).
IUSHISTORIA – ISSN 1851-3522- INVESTIGACIONES
editor responsable: facultad de ciencias jurídicas (usal)
Tte. Gral. Juan D. Perón 1818 – ciudad autónoma de buenos aires
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HISTORIA IDEOLÓGICA DE LA CORTE
SUPREMA DE JUSTICIA DE LA NACIÓN
1966-1973
HÉCTOR JOSÉ TANZI
I. EL PERÍODO DE GOBIERNO MILITAR
El 28 de junio de 1966 una junta revolucionaria integrada por los tres
comandantes de las fuerzas armadas, depuso al presidente Illia. El golpe militar
se venía anunciando y era azuzado por algún periodismo irresponsable que
tildaba al gobierno de lento e inseguro. En las unidades militares se preparaba
esta nueva etapa y se analizaban proyectos, organizaciones y funciones. Pero
cuando se decidió el golpe mucho se improvisó. A pesar de la falta de
legitimación constitucional del régimen que se instauraba, en un principio el
indiferente pueblo argentino otorgó un amplio consenso público, que iría
disminuyendo a medida que el fracaso del gobierno militar se hacía más
patente.
En un acta de ese mismo día, los comandantes sostenían que luego de haber
realizado un “exhaustivo análisis de la situación” del país, llegaban a la
conclusión de que existía un crónico deterioro de la vida económico-financiera,
la quiebra del principio de autoridad y la ausencia de orden y disciplina,
creando las condiciones propicias para una sutil y agresiva penetración
marxista. Por lo tanto decidían asumir el poder político y militar, destituir al
presidente, vice y gobernadores, disolver el Congreso Nacional y las
legislaturas provinciales, separar a los miembros de la Corte Suprema, disolver
los partidos políticos y ofrecer el cargo de presidente al teniente general Juan
Carlos Onganía; dispuesto esto, la junta revolucionaria quedaba disuelta.
La junta también publicó un mensaje al pueblo, donde insistía en la
ausencia de autoridad, la anarquía reinante, la inflación monetaria, lo que
obligaba a las fuerzas armadas salvar la república para lograr una
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transformación nacional, la modernización del país y terminar con la falacia de
una legalidad formal y estéril. Enorme responsabilidad que se asumía. El
tiempo daría cuenta del fracaso.
El 30 de junio se dio a conocer el Estatuto de la Revolución Argentina,
cuyo cumplimiento quedaba al lado de la Constitución, pero siempre que esta
no se opusiera a los fines enunciados en el acta. Además, se establecía que el
presidente de la Nación ejercería todas las facultades legislativas, salvo las del
juicio político para los jueces nacionales los que quedarían sujetos a un jurado
de enjuiciamiento; nombraría los gobernadores provinciales, quienes
ejercerían los poderes legislativos locales y que podrían remover total y
parcialmente y por única vez a los miembros de los tribunales superiores de
justicia; los jueces inferiores mantenían su inamovilidad.
Una vaga enunciación de objetivos políticos fue dada a conocer el 19 de
julio.
El presidente elegido por la junta era un caudillo militar de intensa
actuación en los últimos años, de escasas lecturas y experiencia política.
Católico práctico, vinculó su actuación con una concepción moral pacata que lo
llevaría a prohibir la difusión de algún libro o la exhibición de una ópera
consideradas inmorales. Esto, con ser un signo político negativo, no lo hubiera
sido tanto de contar con fines precisos. Pero no existieron y el nuevo sistema,
con grandes proyectos, no tuvo capacidad para llevarlos adelante en su
integridad.
Por entonces se apreciaba una intensa actividad marxista, según veremos,
pero el gobierno la encontró especialmente en las universidades y en
determinadas carreras, y el 29 de julio de 1966 dispuso eliminar la autonomía
universitaria, lo que provocó la reacción académica y de alumnos, que en la
universidad de Buenos Aires ese mismo día fue sofocada violentamente en
algunas facultades.
El presidente hizo ostentación de una soberbia que no condecía con la
inseguridad de su gobierno. Sostuvo no tener tiempos previstos y daba a
entender que su gobierno no tenía límites temporales. De cualquier manera,

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