La hinchada levantó al equipo y lo llevó a lo que parecía imposible: un triunfo

Estaba claro que Boca no podía solo. No le bastaba con este plantel medianamente aceptable -para lo que es el medio local-, pero que tiene a varios de los jugadores por debajo de su nivel (Gago, Martínez, Cata Díaz, Ledesma, Gigliotti). Eran insuficientes la capacidad y las anchas espaldas del técnico más ganador de su historia. Un Bianchi al que la prueba y error le daba demasiado seguido error. Y hasta la dirigencia empezaba a dudar sobre si el camino tomado era el correcto y si valía la pena seguir insistiendo. O si se acercaba el momento de decir basta, hasta aquí llegamos, hay que empezar de vuelta.En todo este panorama sombrío de Boca, este año todavía no había tomado parte su hinchada, ausente en los dos encuentros de visitante y sin posibilidad de asistir a la derrota ante Belgrano por la suspensión de la Bombonera. Es cierto que los de afuera no hacen ni evitan goles, pero hay ocasiones en las que ayudan decididamente a ganar. Que levantan a un equipo que viene con la moral por el piso y con la confianza bajo cero. Fue el caso de ayer. Pese a que este Boca invita poco a verlo, la hinchada llenó la Bombonera. Y asistió en plan de apoyo, de inflador anímico, de sostén emocional. Cuando Bianchi se dirigió al banco, fue vitoreado como cuando ganaba copas Libertadores. Para el resto del equipo, ni una queja, ningún reproche ni murmullo. Sólo aliento incondicional. El público le dio algo de vida a este Boca que no estaba debidamente fuerte como para sobreponerse al reproche de su gente.Boca pudo ponerse de pie gracias a la ayuda de su hinchada, lo cual no significa que futbolísticamente haya mejorado ostensiblemente. El aliento cura, fortalece, pero no hace milagros. Empujado desde las tribunas, Boca consiguió varias cosas que parecían imposibles: ganar después de más de tres meses y de 12 encuentros (7 oficiales y 5 amistosos), hacerlo con un gol de un delantero (Gigliotti) por primera vez en 2014 y mantener su arco imbatido, con el agregado de que el tibio Estudiantes rara vez lo puso en apuros.Sin jugar bien, el triunfo de Boca no merece mayores cuestionamientos. Con la pelota se equivocó tanto como su rival (fue incontable la cantidad de pases mal dados de ambos lados), pero al menos creó más situaciones de gol . No muchas, pero sí como para justificar la victoria y convertir en figura al ágil arquero Rulli. Al margen del gol de cabeza de...

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