El hijo del dueño que comenzó limpiando el piso y hoy factura $250 millones haciendo pizza

Sin temor a equivocarse se puede asegurar que Sebastián Ríos es un NyC (nacido y criado) en el rubro gastronómico. Su padre Manuel y su tío Francisco -dos inmigrantes gallegos que llegaron a la Argentina escapando de la Guerra Civil Española y del hambre- manejaron durante décadas decenas de bares, restaurantes, pizzerías y confiterías y le heredaron su pasión por el negocio a Sebastián y sus primos. "Mi papá y mi tío comenzaron a trabajar en bares porque era una manera de asegurarse la comida. Empezaron lavando copas y así fueron conociendo del negocio hasta que después se convirtieron primero en socios y después en dueños", recuerda el empresario de 41 años que se crió en un hogar sin las necesidades que vivieron sus padres, pero con una fuerte vocación por el trabajo y el esfuerzo, que después trasladó a su proyecto personal: Almacén de Pizzas.La cadena de pizzerías gourmet nació en 2006 con un par de locales en Belgrano y Barrio Norte y hoy cuenta con una red de 32 sucursales, incluyendo las primeras incursiones en Asunción del Paraguay y Punta del Este, y con la que hoy factura más de $250 millones anuales.1. Hacerse de abajo es indispensable"Yo siempre tuve una necesidad de autofinanciarme y trabajo desde chico. A los 12 años empecé un verano en la fábrica de las gaseosas Cunnington que tenía mi tío haciendo cosas menores y a partir de ese año todos los veranos pedía hacer algo y me divertía a jugar hacer mozo y a ser cajeros. Cuando terminé el secundario empecé a trabajar en serio. Y el primer laburo que tuve era en El Gallo Azul, un bar para copetines al paso que tenía mi familia en Retiro. Yo pensaba que iba a ir de encargado y cuando llegué el que me recibió me dio un trapo y un balde para limpiar el piso. Me acuerdo de que estaba indignado y lo llamé a mi viejo para ver si había algo que estaba mal. Después de un rato mi papá me atendió y lo único que me preguntó es si ya había agarrado el trapo. En ese bar hice toda la escuelita: fui sanguchero, mozo, cajero y en dos años aprendí toda la base del negocio gastronómico", explica. Veinticinco años después de dar sus primeros pasos en el rubro lavando los pisos del bar de Retiro, Ríos asegura que la experiencia es mucho más que fundamental en la gastronomía. "Si alguien me pregunta un consejo, lo primero que le diría es que nunca se meta en este negocio sin tener un socio que conozca del rubro, porque sin eso la posibilidades de que te vaya bien son muy bajas".2. Combinar tradición...

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