El héroe que pensó su heroísmo

Campeón del recato, enemigo de la demagogia (no procrea fanatismo, sino admiración sin atenuantes), modelo de contención reflexiva, Alfred Brendel es uno de los héroes del piano del siglo XX. Pero ¿para qué habrá querido escribir sobre aquello que tocaba? ¿Sería para justificarse? ¿Para ampliar "la fuerza de persuasión allí hasta donde el sonido no llega", como se pregunta en el prólogo al libro Sobre la música?

Tal vez -démosle la derecha- para tratar con palabras aquello que presuntamente empieza donde el lenguaje verbal concluye o bien para clarificar las ideas y buscar respuestas que articulen la propia percepción de lo que se hace. Además, Brendel, como todo poeta inteligente, es un prosista formidable.

El caso es que ningún pianista, salvo Glenn Gould, escribió tanto como Brendel. La comparación no deja de tener su interés. Brendel y Gould no podrían ser más distintos, y de sus escritos se derivan filosofías del piano diametralmente opuestas que, milagrosamente, no se anulan mutuamente.

Los ensayos que publica Acantilado provienen de la edición alemana Über Musik (Piper), que incluye textos que no aparecen en la edición en inglés. Aparte del estilo, lo primero que resulta fascinante en Brendel es el modo en que se construyó a sí mismo como pianista. Más allá de su formación en el Conservatorio de Graz y de sus clases con el coloso Edwin Fischer, lo aprendió todo solo y de una manera que habría sido impensable en otra época: se grababa al tocar y se escuchaba para corregir errores. Esta idea de la autocrítica lo acompañaría siempre...

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