Hermenegildo Sábat: 'Con mi trabajo, trato de superar la frustración que nos rodea'

Un lector apresurado podría decir que es un caricaturista brillante. Pero Hermenegildo Sábat es más que eso: es un artista plástico extraordinario. El de la caricatura es, claro, el territorio donde se destaca su obra diariamente: publica sus dibujos en Clarín desde 1973. Residente en Buenos Aires desde mediados de los años 60, el artista uruguayo trabajó en el diario La Opinión y en la revista Primera Plana. Es personalidad emérita de la cultura y ciudadano ilustre de Buenos Aires. En 1988 recibió el premio María Moors Cabot, que concede la Universidad de Columbia.P -¿Cómo es un día de trabajo?R -Yo en el diario estoy en contacto con el grupo que se encarga de Política o Economía, y cuando no intervengo en las sesiones me entero luego de qué tema voy a tratar. Eso me da tiempo para trabajar después. En rigor, lo que yo trato de hacer es un comentario sobre lo que está pasando. Es decir, aunque parezca mentira, me es más difícil trabajar en democracia que en dictadura. Primero, por una razón de delicadeza personal, porque a la persona no hay que rozarla, ni siquiera rozarla. Y segundo, porque, aunque no parezca, la consecución de noticias es bastante monótona o previsible. En la época de la dictadura era un festival, y en la época de Isabel Martínez de Perón, también.P -¿Cómo definís sobre qué vas a dibujar?R -Es una cosa que surge en el momento. Después de muchos años de trabajo, me di cuenta de que procedo en función de la noticia, básicamente. Pero trato de que no sea una cosa solemne, sino que entretenga al lector.P -¿De inmediato trazás el dibujo? ¿Y con qué materiales?R -Se hace con lápices, con tinta. Hay que hacer un boceto para no equivocarse. El otro punto, trato de no repetirme: no generar una imagen que ya ha sido hecha o publicada y republicada.P -¿Cuántos años llevás dibujando?R -Desde que nací, prácticamente. La historia de mi relación con el dibujo gráfico deriva de mi abuelo, de quien tengo el nombre. Él era Hermenegildo Sábat. Trabajaba en el diario El Día, con José Batlle y Ordóñez, que era en esa época lo que se conocía como diario sábana, donde publicaba dibujos de página entera, con comentarios que no serían aptos para comentar ahora, porque serían violentísimos. Había uno que me hacía mucha gracia, porque en esa época había un presidente uruguayo que se llamaba Juan Lindolfo Cuestas, se llamaba "Leyendo los diarios": eran los gestos y actitudes de este hombre, del ilustrísimo señor presidente de la nación. Ese juego de representación de imágenes me hizo creer que esas cosas se podían hacer. Hasta que surgió La Opinión, de Jacobo Timerman, acá los diarios no publicaban caricaturas políticas. Estamos hablando de 1970, con Tomás...

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