Hermanos de sangre

Bloodline / Creadores: Daniel Zelman; Glenn y Todd Kessler / Elenco: Kyle Chandler, Ben Mendelsohn, Linda Cardellini, Nobert Leo Butz, Sam Shepard, Sissy Spacek y Chloe Sevigny / Emisión: primera temporada disponible en Netflix / Nuestra opinión: muy buena.

"No somos malas personas, pero hicimos algo malo." Esta sentencia, que no sonaría fuera de lugar en boca de un personaje de Raymond Chandler, es el leitmotiv de Bloodline, la nueva serie de Netflix. Como en una novela negra, aquí no se trata de descubrir qué pasó ni quién lo hizo (eso se muestra al final del primer episodio), sino de desandar las circunstancias que llevan a que sucedan cosas malas.

La serie yuxtapone el noir tropical de films como Cuerpos ardientes (Lawrence Kasdan, 1981) con el drama de una familia muy complicada. Los Rayburn echaron raíces en Florida. Robert (Sam Shepard), el pater familias, y su esposa, Sally (Sissy Spacek), llevan una vida próspera al frente de un resort en la zona de los Cayos. Las tensiones se disparan con el regreso de Danny, el hijo mayor y la oveja negra del clan, interpretado con un prodigioso balance entre vulnerabilidad y amenaza por el australiano Ben Mendelsohn. Este personaje y este actor son, fácilmente, el mayor atractivo del programa.

La vuelta del hermano al hogar familiar es resentida por el padre irascible y por sus otros hijos -el conciliador John (Kyle Chandler), la culposa Meg (Linda Cardellini) y el temperamental Kevin (Norbert Leo Butz)-, aunque las razones de este resentimiento se toman su tiempo, como todo en esta serie, para resultar claras. Si bien estos personajes son clichés -el incorregible, la insatisfecha, etc.-, sus intérpretes logran transfundirles carácter a fuerza de competencia y carisma.

Los...

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