Herencia y candidatura de Cristina Kirchner

A Cristina Kirchner la sorprendieron algunas señales contradictorias de la vida. Nada le impediría ahora ser candidata a la reelección, pero lo primero que recibió en su condición de viuda no son halagadoras ofertas, sino reclamos por viejas deudas. Deudas por la dudosa moral pública de funcionarios que protegió su esposo; el caso de los mails que complica a Ricardo Jaime amenaza ya con revelar un sistema mucho más amplio que el que se enjaula en la correspondencia conocida ahora. Deudas, también, por la antigua arbitrariedad en el manejo de la economía, que terminó con el Gobierno golpeando las puertas del Fondo Monetario Internacional antes de que se cumpliera un mes de la muerte de Néstor Kirchner, autor y difusor del efectista eslogan electoral ?Chau, Fondo?.El proceso de sucesión política fue, en efecto, más simple. El candidato presidencial para 2011 era Néstor Kirchner; nadie dijo nunca nada sobre si Cristina quería, o no, luchar por otro mandato. Fue así, aun cuando ella estaba mejor que él en las encuestas. El kirchnerismo, en cualquiera de sus muchas variantes, se abroqueló en la candidatura a la reelección de la Presidenta tras la muerte de Néstor, pero ahora es ella la que se niega a dar una respuesta rápida. La candidatura de Cristina será una decisión familiar, personal y política, dijeron a su lado; se supone que estaban repitiendo un concepto que escucharon de boca de la propia jefa del Estado.¿Qué piensan los hijos del destino de una madre absorbida por la política y el poder? ¿Qué piensa ella misma luego de perder no sólo a su marido, sino también a la persona con la que compartió la política y el poder? ¿Es lo mismo una aventura personal de conquista política que un desafío compartido durante casi 40 años con la única persona en la que confió? Cristina no habla de su futuro, y nadie le habla a ella de esas cuestiones.Tal vez Aníbal Fernández y Florencio Randazzo la hayan expresado cabalmente cuando dijeron que no son estos momentos para decidir un destino político. La Presidenta tiene que reponerse del trauma de la muerte, evaluar a su equipo (que no es igual sin la omnipresencia de su esposo) y, encima, hacer frente a los imprevisibles avatares de un gobierno en funciones. ¿Está en condiciones de decidir ya qué será de ella dentro de un año? Seguramente, no. El único funcionario que insiste en público con la reelección de la Presidenta es el canciller Héctor Timerman, pero es también el menos confiable como referente del pensamiento...

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