La hegemonía que prepara el Instituto Patria

Perón y Kirchner despreciaban parejamente las ocurrencias de los intelectuales, aunque luego en los días aciagos -el exilio, la derrota electoral- condescendieron a sus alquimias narrativas para convertir a victimarios en víctimas, a venales en honestos, a ineptos en eficaces y a fracasos sonados en éxitos de epopeya. La Pasionaria del Calafate, en cambio, se tomó casi siempre en serio a los pensadores del palo, y se mantuvo fiel a sus ensoñaciones. Ha recibido, últimamente, los consejos jacobinos de la filósofa belga Chantal Mouffe, pero sin perder por un segundo la contraria voluntad de irradiar hacia afuera una imagen pasteurizada de sí misma, acorde con la idea de que regresa dialoguista, autocrítica y amplia; sin sectarismos ni corrupciones y sin ánimo de violentar las reglas democráticas ni "limpiar" a los disidentes. Mordiendo ese anzuelo pueril, desfilan como sonámbulos por su elegante búnker peronistas arrepentidos, militantes clericales, empresarios sin escrúpulos y progres de diversa neurosis que la combatían hasta hace cinco minutos por negligente, por autoritaria y por comandar una asociación ilícita. Algunos emergen de esas aguas bautismales con la cara plácida y dispuestos a misionar la buena nueva: Cristina ya no muerde. Conviene, sin embargo, desmenuzar el verdadero proyecto fáctico e ideológico que la doctora esconde y premedita en las salas más herméticas del Instituto Patria, o al menos el marco conceptual que el gran traductor de Laclau susurra en sus oídos. Me refiero al politólogo Edgardo Mocca, articulista interesante, autor del reciente ensayo "El antagonismo argentino", ex marxista-leninista, enemigo de la socialdemocracia y nacionalpopulista ilustrado, algo que se echa de menos en ciertos kirchneristas de renombre, más afectos al panfleto que a los libros. De Mocca ha dicho la propia Chantal: "Es uno de los mejores analistas de la política argentina". Se sabe que este ortodoxo del cristinismo, muy cercano a la gran dama, coincide con y con quienes labran el verdadero disco rígido para un eventual retorno al poder. Que por supuesto incluye la eliminación de los "medios hegemónicos", una colonización a fondo de la Justicia y una reforma constitucional: hay que librar a nuestra Carta Magna de las rémoras liberales.A Mocca el kirchnerismo lo obligó a releer en profundidad la historia vernácula, y a reconocer que sigue sobreviviendo aquella vieja división sarmientina aunque aggiornada a nuestros tiempos y enriquecida...

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