Un hecho salvaje que nos interpela a todos

Las imágenes del ataque que desencadenó la muerte del joven Emanuel Balbo, en pleno partido entre Belgrano y Talleres en el estadio Mario Alberto Kempes, de Córdoba, nos sacuden por su violencia. Pero mucho más, por la asombrosa pasividad con que numerosos espectadores contemplaban la escena, como verdaderos testigos privilegiados, sin atinar a hacer nada para evitar semejante acto de barbarie entre hinchas de Belgrano.

Lo ocurrido habla de una sociedad cada vez más violenta y cada vez más insensible, como si matar a alguien en un estadio de fútbol fuese algo completamente natural.

La crónica periodística da cuenta de que al hincha atacado le siguieron pegando cuando estaba tirado en el piso, ya inconsciente, tras haber sido arrojado al vacío desde la tribuna. Incluso, amigos de lo ajeno lo despojaron de sus zapatillas. Ni un solo efectivo policial estaba cerca.

Nada justifica la llamativa inacción de los presentes ante el cobarde ataque de varios hinchas contra uno. El grito "ése es de Talleres", para sindicar a Emanuel Balbo como enemigo, habría sido para algunos suficiente como para condenarlo a morir a golpes en plena tribuna. La víctima ni siquiera era de Talleres y vestía los colores celestes de Belgrano. Pero aunque lo fuera la agresión resultaba injustificable.

Hay, sin embargo, una razón de fondo para explicar la pasividad de tanta gente frente a tanta fiereza. Esa razón no es otra que el miedo, que siempre paraliza e incentiva la triste cultura del "no te metás".

El miedo de los simpatizantes del fútbol frente a esa verdadera lacra que, desde hace demasiado tiempo, constituyen las barras bravas en la Argentina, no es más que un espejo del temor que los dirigentes de los clubes y las autoridades políticas sienten ante esos energúmenos que enlutan los espectáculos deportivos y que nadie parece animarse a erradicar definitivamente de los estadios.

Ese miedo se viste de impotencia y recorre todos los espacios que sucumben ante la extorsión de los violentos. Entre quienes se animan a concurrir a un encuentro futbolístico y entre quienes tomaron la decisión de dejar de asistir a esos eventos hay miedo al barrabrava, al "trapito", a la presión y al chantaje.

Los propios jugadores de fútbol son sometidos con cierta...

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