Hantavirus: el brote de Epuyén, en la mirada del paciente cero

"Sacá un turno y vení en la semana", recuerda Víctor Díaz que le dijo el médico que lo recibió en el hospital rural de . No era día de atención. Y así lo hizo ese primer domingo de noviembre. Aunque los síntomas que venía atribuyendo a un resfrío común habían empeorado desde la madrugada, pidió un turno para la semana. El médico, que al mes firmaría el primer comunicado oficial sobre el brote epidémico de , ni siquiera sospechó que ese paciente que estaba dejando ir sería el caso cero.El brote, que comenzó a fines del año pasado, diezmó familias y causó discapacidad en sobrevivientes. Son, a la fecha, 34 casos confirmados y 12 muertes, en Chubut, Río Negro y en una localidad de Chile.Como otros vecinos, Díaz aceptó hablar con LA NACION sobre esas primeras semanas de incertidumbre en Epuyén y las localidades vecinas de la comarca andina hasta la llegada de profesionales del laboratorio nacional de referencia para hantavirus e insumos. "Los médicos me decían que no era contagioso", cuenta Díaz al repasar la información que recibió durante la internación en el hospital de Esquel, a la semana de la primera consulta cuando le pidieron que volviera con un turno. "Andaban todos sin barbijo", agrega. Las consultas en los hospitales locales se multiplicaban y pacientes con síntomas "sospechosos" recibían un "seguimiento ambulatorio".El primer parte diario del Ministerio de Salud provincial sobre el brote es del 7 de diciembre pasado. Dos días después de la declaración oficial de brote epidémico y uno de que un funcionario del Ministerio de Salud de Chubut se reuniera por primera vez con los vecinos que ya se habían autoconvocado a través de grupos de WhatsApp frente a la municipalidad para pedir información y saber qué medidas de prevención tomar. Según detalla una docente que participó activamente de esas primeras reuniones, la comunidad temía que el contagio fuera interpersonal, como había sucedido en el brote de 1996 en El Bolsón.Habían pasado cinco días de la primer muerte por hantavirus. Camila, de 14 años, murió en el hospital de Esquel. El conductor del remise que la trasladó a una de varias consultas previas y vecinos recuerdan cómo la madre relató en una de esas reuniones la derivación al hospital de Esquel por otro diagnóstico: peritonitis.Díaz está jubilado. Tiene 68 años y trabajó durante más de 30 en una maderera. Ahora, se distrae con reparaciones en su casa, donde también cría unos pocos animales, como ovejas o gallinas. Niega gran...

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