Hamlet ruso, una historia sobre la pasión y las pujas políticas

Parsimoniosa, se enrosca en la tela blanca, con la espalda arqueada hacia atrás, y el pie izquierdo marcando el norte de sus pasos; clavado, como la punta de una lanza. O se enfurece, ataviada en un vestido negro, la pasión en la mirada, el sexo encendido. Si no fuera porque ella misma dice que hay una parte muy oscura dentro suyo, que aflora cuando se mete en la piel de Catalina la Grande, sería difícil creer que es la etérea María Riccetto -tan romántica y delicada- la mujer que protagoniza esta historia de pujas políticas, dramáticas y psicológicas llamada Hamlet ruso. Puede que sea más justo decir que el ballet de Boris Eifman, estrenado con la última campanada del siglo pasado en San Petersburgo, trata sobre el zar I de Rusia, pero las tensiones con su madre marcan la trama dramática de la familia Romanov hasta la locura.

En aquella oportunidad, cuando el coreógrafo ruso levantó por primera vez el telón en San Petersburgo, Julio Bocca era Pablo. Ahora, el ex bailarín argentino -que también hizo este Hamlet que busca semejanzas con el shakespeariano, antes de retirarse- dirige a la Compañía Nacional del Sodre y nuevamente cruza el charco para hacer una temporada de funciones en la calle Corrientes. Riccetto es figura principal de este elenco que tanto tiene que ver con el estandarte de la danza argentina, una compañía conducida con la meta de marcar un crédito latinoamericano en el top ten internacional. En materia de atractivos, la ocasión es completa para el público, que deberá reparar seriamente en esta bailarina que, a fin de mes, podría quedarse con un "Oscar": los Benois de la Danse la ficharon entre las mejores del mundo. A estas alturas de su carrera, con 37 años y ya de vuelta en su país tras pasar prácticamente la mitad de su vida en el exterior -especialmente en el American Ballet Theatre, que integró hasta 2012-, Riccetto no piensa en una estatuilla para la vidriera. Pero que se entienda bien: si ganara, estaría muy feliz.

-Julio es miembro del jurado...

-Sí, pero más allá de la relación que tenemos, él es súper profesional. No me juego a que va a darme el puntito a mí.

La suspicacia causa risas y, sin embargo, ilumina lo más importante de la respuesta: el vínculo entre los dos. "En el ABT tuve una carrera divina y estoy sumamente agradecida. ¡Tuve la posibilidad de conocer a tantos artistas increíbles! De cada ballet tengo como una fotografía de bailarinas: al Quijote de Paloma no había otro que se le asemejara, el segundo...

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