El hambre y la comida que se tira

En la Argentina, unos dos millones de personas padecen hambre con frecuencia. La malnutrición, no tan sólo la desnutrición, deriva en serios problemas que podrían prevenirse con acciones tan simples como controlar que no se tire la comida apta para el consumo que hoy, por imperativos legales, se destruye.Para ello se necesitan un cambio cultural tendiente a valorar los excedentes de la mesa familiar y de la industria como recursos indispensables para favorecer a los más desprotegidos, y una legislación que posibilite que esa mercadería llegue en tiempo y forma a quienes la necesitan.En nuestro país, la Fundación Banco de Alimentos, una entidad que reúne a más de 500 organizaciones no gubernamentales reconocidas por su trayectoria y seriedad, como por ejemplo Cáritas, y aliada estratégicamente con sectores empresarios, es un ejemplo fundamental del esfuerzo mancomunado entre quienes pueden donar comida y los que la llevan hasta el plato de cada persona con carencias nutricionales. Mediante su asistencia, durante 2012, se logró distribuir 7100 toneladas de alimentos entre 1570 comedores, centros de apoyo escolar y comunitarios, hogares de niños y ancianos. Fueron más de 230.000 los beneficiarios, pero lo cierto es que podrían ser muchos más, muchísimos más.A esa indispensable labor se suman programas como el denominado Nutrición 10, Hambre Cero, que reúne a más de mil instituciones de la sociedad civil con la ambición no sólo de eliminar el hambre, sino de lograr en cinco años una nutrición de excelencia. Entre esas acciones se destacan las que llevan adelante la Fundación Conin, del doctor Abel Albino; la Red Solidaria, y el Equipo de Niñez del Foro de Habitantes a Ciudadanos.Según un estudio de calidad de los residuos sólidos urbanos realizado en 2011 por el Instituto de Ingeniería Sanitaria de la Facultad de Ingeniería de la UBA y la Ceamse, en la ciudad de Buenos Aires se tiran entre 200 y 250 toneladas de alimentos por día, el equivalente a unas 550.000 raciones de comida. Esa mercadería resulta apta para el consumo humano, pues en buena parte es desechada por las empresas que la comercializan por cuestiones tan inocuas como, por ejemplo, defectos en los envoltorios o en los envasados, poca penetración del producto en el mercado, excedentes de producción o, como en el caso de los lácteos y otros productos, porque están limitados por su vida útil. Pero también es mucha la comida en perfecto estado que desechan restaurantes y casas de familia.Es necesario...

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