Hacia una nueva identidad digital

Esa búsqueda en Google que cinco minutos después, al entrar en Facebook, se convierte en un tentador aviso; un nombre mencionado al pasar en una charla por WhatsApp que luego aparece con foto y todo como sugerencia de amistad en nuestro muro; decidir algo sobre la base de un artículo verosímil pero ciento por ciento fake; darle un "me gusta" a alguna publicación y toparse con esa piedra en formato digital cada vez que abrimos una app; entrar a Twitter y leer tuits de gente a la que jamás le dimos "seguir"; abrir hace segundos una cuenta en Instagram con un nombre de fantasía y tener ya una decena de cuentas a las que estamos siguiendo sin haber manifestado la más mínima voluntad de hacerlo.

Vivir conectados tiene su precio. Y uno muy alto. Si existía alguien que pensaba que podía navegar, usar las redes, compartir información u opiniones personales y salir ileso de todo eso, acaba de darse un golpe contra la pared (o un muro, para ser más fieles a lo que estamos viviendo).

El caso Cambridge Analytica, que ha afectado a 87 millones de personas , no sólo ha destapado la trama oculta del uso que Facebook hace con nuestros datos, esos que hablan y revelan muchas cosas sobre nuestros gustos, preferencias, hábitos, tendencias políticas, clubes de fútbol por los que hinchamos y hasta problemas de salud que arrastramos. También ha provocado una oleada de quejas y reclamos que tienen al mismísimo Mark Zuckerberg (que esta semana dio explicaciones y ensayó un mea culpa en el Congreso de los Estados Unidos) como blanco exclusivo de las críticas. Y ha puesto en alerta a un altísimo porcentaje de la población, que se debate entre cerrar Facebook y alguna otra red social que caiga en la volteada, o forjar una nueva identidad digital, más madura y responsable de la expuesta antes del escándalo destapado de Cambridge Analytica.

"Cuando apareció Facebook estaba en una edad más vulnerable. Tendría 16 años y compartía casi toda mi vida. Pero con el paso del tiempo y por una inquietud personal, de informarme sobre estos temas, empecé a estar más atento y a tomar recaudos -dice Martín Villarruel, que ahora tiene 26-. Lo primero que me hizo ruido fue que me aparecieran en el timeline publicidades y cosas relacionadas con mis búsquedas o mi navegación. Y había publicaciones de gente a la que le había dado "me gusta" una vez y que me aparecían todo el tiempo. Ahí dejé de subir fotos y opiniones, dejé de etiquetar, de darle like... Por eso lo de Facebook no me...

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