Hace falta política industrial

La mayor deuda que tiene la democracia argentina en estos 35 años es el aumento de la pobreza . Los diversos modelos económicos que el país ha implementado, surgidos de diferentes signos políticos, no han podido diseñar un sendero que logre generar de manera sustentable una mejora en la vida de millones de argentinos.

Por el contrario, nuestra democracia empezó en 1983 con una pobreza por debajo del 20%, que hoy está estructuralmente en torno al 30%. Es inmoral que un país con los recursos, sobre todo en alimentos, y la capacidad humana que tiene la Argentina tenga una grieta estructural que afecta, apenas con vaivenes según los ciclos económicos, a uno de cada tres connacionales.

El esquema económico actual no es la excepción. Correctamente, el presidente Macri puso a la baja de la pobreza como el principal objetivo de su gobierno, y pidió que su gestión sea evaluada a partir del resultado en esa materia. Esa tiene que ser la misión de toda la dirigencia argentina, tanto la política como la empresaria, sindical y social.

¿Por qué no podemos? Principalmente porque no hemos logrado ponernos de acuerdo en diseñar e implementar un modelo de desarrollo económico basado en el agregado de valor y el empleo de calidad . Esa carencia de un plan estratégico nos deja a merced de variables que no controlamos, desde el precio de los commodities hasta el costo de financiamiento internacional y la tasa de interés de la Reserva Federal.

La insolvencia estructural de la Argentina requiere una solución estructural. La única forma de inclusión es el empleo, y para que haya más y mejor, el país tiene que cambiar su matriz productiva. Lejos de lo que repetimos durante décadas, la Argentina no es un país sumamente rico en términos de recursos naturales de acuerdo a su tamaño y, sobre todo, al tamaño de su población. No somos comparables, por ejemplo, con Australia, que tiene 10 veces más riqueza en recursos naturales per cápita que la Argentina. Y más cerca, tampoco con Chile, que tiene tres veces más recursos naturales que nuestro país.

Reducir la pobreza requiere entonces años de crecimiento sostenido. En el último lustro, en cambio, nuestra economía ha tenido un desempeño en forma de serrucho, con años de crecimiento moderado...

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