Hablar de depresión en tiempo de redes sociales

Como cada 13 de enero, hablamos de la importancia del Día Mundial de Lucha contra la Depresión. Una de las principales causas de discapacidad en términos de los costos directos e indirectos pero, por sobre todas las cosas, en términos del sufrimiento de quienes la padecen, por el efecto devastador de la capacidad de realización personal, que también involucra a sus allegados.

Mucho más que un estado de tristeza comprensible, la depresión es una verdadera condición clínica que requiere un abordaje interdisciplinario, llevado a cabo por especialistas entrenados para su detección y tratamiento. Tal es así que afortunadamente, en forma sólida y sostenida, en los últimos años hubo avances en el campo de la terapéutica médica y psicológica, cuya sinergia logró excelentes resultados.

Sin embargo, al hablar actualmente de depresión, no se puede escapar del complejo entramado que encierran las redes sociales. Éstas se han convertido en la gran caja de resonancia de nuestra vida en sociedad, en la cual pueden verse odios, vanidades, disputas e información valiosa por igual. Existen consecuencias negativas -ampliamente divulgadas por los medios- provocadas por el uso de las redes como vehículo de prejuicios y conductas estigmatizantes a través del denominado ciberbullying .

Por otro lado, también se han convertido en un vehículo eficiente de concientización y reclamo por su enorme poder para dar visibilidad a problemas de índole diversa. En la misma línea, la publicación de relatos vinculados a la depresión en estos canales es un fenómeno creciente que tiene diversas facetas que podemos descomponer en grandes campos: un rol psicoeducativo, uno de desestigmatización y un eventual rol de distorsión.

Al hablar de los diferentes roles que tienen las redes sociales, se menciona el rol psicoeducativo . Éste es ejercido por las propias personas afectadas que comparten sus experiencias y logran que muchos conozcan el efecto erosivo de la misma y cómo afecta tanto a nivel afectivo, como vocacional, laboral, académico y social. Lo que permite este tipo de contenidos es que la depresión adquiera voz propia en aquél que cuenta el padecimiento en primera persona y multiplica las posibilidades de una respuesta empática por parte del usuario, lo que no siempre logra el relato de un experto. Es un mensaje sin intermediarios que logra dos efectos de enorme importancia: en primer lugar, más personas se enteran de la frecuencia y características del trastorno y, en...

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