Hablar en chiquito

"Cristina Kirchner tiene todos los votos atados a la patita." (De Mario Secco, intendentede Ensenada.)

Para analizar políticamente la frase del intendente de Ensenada, Mario Secco, respecto de los votos que Cristina "tiene atados a la patita", sería necesario confrontarla con otras declaraciones del funcionario, dichas con pocas horas de diferencia. "Massa es un forro alcahuete que le hizo la segunda a la derecha" y "este plan económico es un plan de mierda", sostuvo con elegancia el jefe comunal. Como no alcanzaría este pequeño espacio para desgranar ese nobel discurso, nos permitimos deternernos en una parte de la primera frase: lo de la "patita". Y pasar así de lo político a lo lingüístico, rozando tal vez lo psicológico. ¿Qué pretendemos cuando hablamos con diminutivos?

Es decir, la "patita" de Cristina ¿es porque se quiere señalar que, no obstante los años, conserva un talle pequeño de calzado, o porque, a pesar de muchos de los peronistas, ella sola, con una patadita, acomoda los votos cautivos del partido?

Yo no sé usted, lector, pero a mí los diminutivos me suenan a despreciativos la mayoría de las veces.

Por ejemplo, ¿es lo mismo afirmar que el bloque K de Chubut es "como la jaula de las locas", como dijo el diputado kirchnerista Alfredo Di Filippo, que decir que es como "una jaulita llena de loquitas?

O, acaso, cuando la Corte Suprema de Justicia se rebela ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos ¿es porque, a pesar de la jearquía constitucional, considera que...

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