Cómo nos gusta que el peronismo nos mienta

El buque legendario flotaba frente a la base naval y cientos de catalejos y binoculares seguían las lentas evoluciones del gran desembarco. Los marines y los navys llegaban en lanchones y los esperaban en tierra cuantiosos vecinos, turistas extasiados, comerciantes buscando hacer su agosto en noviembre y meretrices reclutadas en distintas provincias y hasta importadas de países limítrofes. Más que un portaaviones, el Kitty Hawk era una verdadera ciudad flotante que albergaba a cinco mil hombres, y que tenía setenta metros de altura, dos hospitales, dos gimnasios, un shopping y una biblioteca. También llevaba a bordo cincuenta aviones de combate. En el contexto de las "relaciones carnales" que impulsaba con los Estados Unidos, Carlos Menem había logrado que la armada norteamericana eligiera Mar del Plata como puerto de paso. Y esa conquista encerraba un valor simbólico: los argentinos ya formábamos parte del Primer Mundo.Pronto se vio que las relaciones carnales no sólo eran gestuales, puesto que en cuanto pisaron el boulevard y la peatonal, los muchachos de la armada más poderosa del mundo, enfundados en sus cinematográficos uniformes de salida, cosechaban suspiros y algo más entre las chicas argentinas. La ciudad se volvió una fiesta, y por la noche las "profesionales" se quejaban en voz baja porque los romances espontáneos podían quitarles clientela. Las jóvenes invitaban con tragos a los forasteros, las señoras se fotografiaban con ellos, los hombres los aplaudían, los automovilistas les tocaban bocina y los niños les pedían autógrafos.Aquel peronismo noventista, en el que militaban de lejos Néstor y Cristina Kirchner, estaba excitado frente a esas escenas, que metaforizaban teatralmente y a la vista del país entero el éxito de su gran propósito. Pero no estaba solo: la sociedad argentina mayoritariamente compartía esos espejismos peronistas, beneficiada por los primeros efluvios de la convertibilidad. Recordemos que la gente venía del trauma de la hiperinflación y que la estrategia del peronismo le había traído un respiro. Un peso valía un dólar, todavía Menem no había terminado de vender áreas clave del Estado ni se había hiperendeudado para sostener la mentira, y por lo tanto había crédito abierto, quimera nacional y relativización moral frente a la corrupción.Recordé la llegada del Kitty Hawk y su apoteosis social mientras veía el desembarco de la Fragata Libertad. Mar del Plata y el peronismo. La misma ciudad, la misma fuerza política en el...

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