Grosman, el dibujante del relato

Si hay que arremangarse, Javier Grosman se arremanga. Es el Walt Disney del kirchnerismo y padre estético de las fiestas del Bicentenario, en 2010, y del regreso "triunfal" de la fragata Libertad, en 2013. Aunque hacedor también del parque temático oficialista y multipropósito Tecnópolis (hasta el próximo Dakar arrancará y terminará allí en enero), sigue siendo, en esencia, el productor pragmático de espectáculos que gusta dirigir sus fuerzas sobre terreno concreto, tirando cables y cargando luces cada vez que una de sus impactantes puestas en escena está por comenzar.

Se lo verá, una vez más, mezclado entre la gente el sábado próximo cuando, en la Plaza de Mayo, y con tres días de retraso, se celebre el 31er. aniversario del regreso de la democracia, el Día de los Derechos Humanos y ambas asunciones al poder, en 2007 y en 2011, de Cristina Kirchner. Grosman, guión en mano, estará de aquí para allá, velando que el relato, al menos en lo que a él se refiere, salga bien dibujado. Por más trillado que esté el dicho, una imagen sigue valiendo más que mil palabras. Y si hay algo que Grosman domina es la imagen.

Igual, a no confundirse: que el hombre trabaje codo a codo con quienes lo secundan no significa que no sea lo suficientemente poderoso como para tener dos oficinas, una en el segundo piso de la mismísima Casa Rosada, sobre Hipólito Yrigoyen, y la otra, la preferida, en Tecnópolis. Es la que ocupa casi a diario porque le resulta más distendida, lejos del pesado tránsito porteño, y con el plus de estar frente al parque Sarmiento, donde empezó a despuntar el vicio del golf.

Cultor del perfil bajo, sabe que, cuando todo pase, las imágenes que más perdurarán de este intenso tiempo político serán las que él produjo. Como le ocurrió a Raúl Apold con los noticieros de los 50, que todavía se siguen pasando como exaltación idealizada de aquellos "años felices". Hay quienes podrán alegar que ese cetro se lo tendrá que disputar con Diego Gvirtz, el fabricante de 6,7,8 y de sus programas satelitales. Pero hay demasiado barro y crispación en los panfletos de esa usina de polémicas. El producto de Grosman tiene más chances de trascender porque conecta mejor con la fiesta, la alegría de las muchedumbres, los artistas, las luces coloridas y los fuegos artificiales. La sublimación perfecta de la "década ganada".

¿Qué peso tienen en la percepción y en la memoria de la gente las imágenes en comparación con los hechos concretos? Difícil responder algo tan...

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